Esquina Juvenil

¡SI CRISTO VA CONMIGO, YO IRE!

No podemos pasar por alto ni una sola palabra o letra de las Sagradas Escrituras, nuestro antecesor, el apóstol Pablo fue ejemplo de ello al no poner objeción alguna al llamado de Cristo.  Cada vez que llegamos a un lugar, como pueblo de Dios, es porque hay un propósito.  Pablo no llegó a Malta por casualidad, Dios tenía un plan imperioso allí, como buenos lectores de Su Palabra, podremos palparlo.

En capítulos anteriores, ya Dios había encomendado a Pablo realizar algunos viajes y hay algo peculiar que ocurre en Hechos 18:9-10; Pablo tiene una visión donde el Señor le habla: “Entonces el Señor dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte mal…”

Podemos notar  la obediencia de pablo en el versículo 11 del mismo capítulo; “Y se detuvo allí un año y seis meses, enseñándoles la Palabra de Dios.”  Hoy en día, Dios no nos habla de una manera literal, ya que hay “trompetas” puestas frente a cada redil, quienes nos indican qué hacer para trabajar por Su obra. Ahora analicemos lo ocurrido en Hechos 28:1-10 y cómo Dios cambia los planes del hombre si nos dejamos guiar por El.

1.   Se les dio una calurosa bienvenida

… nos trataron con no poca humanidad.

  • Encendieron un fuego
  • Nos recibieron a todos.

2.   Prueba

Una víbora se le prendió en la mano.

3.    Milagro y poder del Cielo

Él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció.

4.     Dios puede cambiar la mente del hombre.

Cambiaron de parecer.

5.   Resultado del amor de Cristo

Nos recibió y hospedó solícitamente tres días.

6.   Trabajo en la obra de Dios

Hecho esto, también los otros que en la isla tenían enfermedades, venían y

eran sanados; los cuales también nos honraron con muchas atenciones.

7.   Agradecimiento y buen testimonio

Nos cargaron de las cosas necesarias.

Cada una de las situaciones que acontecen en nuestra vida no son una casualidad sino un propósito de Dios para acariciar más y más Su amor, aprendamos a decirle a El: “Toma en mi alma el primer lugar

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En Toda Su Armadura

En Toda Su Armadura

“Por tanto, tomad la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Efesios 6:13

Por Juan Gonzalez
Miami, Florida

Al leer las escrituras debemos situarnos en el mismo tiempo del apóstol Pablo. Es muy probable que al escribir la carta a los Efesios, El tuviera en mente el diseño de la armadura del soldado griego durante aquella época. Éfeso fue una gran ciudad griega y los lectores de esta epístola estaban familiarizados con la armadura que Pablo describe y les era sencillo entender el significado de las ideas a través de estos simbolismos. Por esa razón trataremos de ubicarnos en ellos para profundizar en el siguiente tema, que el apóstol Pablo utiliza para alertar a La Iglesia en aquel entonces, y hoy continúa vigente en la lucha contra el enemigo.

La palabra nos habla que luchamos contra huestes de maldad, y a diferencia de los soldados militares, esta no es física, sino espiritual, como hijos de Dios hemos decidido tomar el campo de batalla diariamente, sea a la ofensiva o la defensiva. Pablo nos advierte de la gran necesidad de utilizar los diferentes medios que Dios nos ha facilitado para obtener la victoria.

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”- Juan 16:33. Jesús es el mayor ejemplo, quien sufrió en carne propia las aflicciones de este mundo, de las cuales nos advierte en este versículo. A pesar de las circunstancias a nuestro alrededor, de la fuerte batalla, cuando nuestras fuerzas se agoten, cuando ya casi no puedes cargar la armadura por su peso, y el cansancio se apodera de nuestro ser, el salvador se aproxima al rescate. ¡Cuán grande promesa estimado lector! Tengamos paz, porque El ha vencido; nuestra es la victoria.

También debemos considerar que aunque tenemos estas promesas, no debemos descuidarnos, este es el mensaje que Pablo anteriormente le envía a la joven Iglesia en Efeso. En el primer capítulo les informa el propósito de Dios para su pueblo: Efesios 1:9-10 “dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. Pablo termina su carta con una metáfora dando instrucciones sobre cómo vivir sus vidas, para apoyar el propósito de Dios. Alertándonos de los planes malvados del diablo, que pueden atacarnos de muchas maneras. Nosotros no debemos huir del enemigo, ni enfrentarlos con nuestros propios medios, pero enfrentarlo con la fortaleza del Señor.

Pablo utiliza la palabra Panoplia, que se refiere a la pesada armadura usada por soldados griegos. La armadura a menudo consistía en una coraza, faja, escudo, casco, guantes, botas y una espada. El blindaje no solo era para defenderse, sino también para atacar. Este blindaje servía para defenderse de los ataques del enemigo, y la armadura ofensiva para  infligir daño. Nuestras armaduras no son con el propósito de buscar atacar, más para “mantenernos firmes”. Porque los ataques vendrán, esto es inevitable en la vida del cristiano, pero debemos estar preparados. El conocimiento de las Escrituras es esencial en la preparación, sin ésta nos quedaremos desarmados en el campo de batalla, con sólo nuestras propias fuerzas. En su segunda carta a los Corintios Pablo nos dice, “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. 2 Cor 10:3 No peleamos con armas construidas por el hombre, pero usando el poder divino, su palabra. La pesada armadura griega también tenía una interesante característica o falta: no aportaba ninguna protección dorsal. El soldado griego se vio obligado a enfrentarse al enemigo y nunca consideraría perder su vista de éste, ya que su espalda estaba expuesta. Esto es una lección de suma importancia para nosotros los hijos de Dios, al leer este pasaje en Efesios, podemos apreciar que Pablo no hace mención de alguna protección para nuestras espaldas, pienso que de todos los armamentos que Dios nos ha dado, El no nos dio este en específico, para que nunca descuidemos, y en todo tiempo demos frente a los ataques del tentador.

Este patrón es eficaz para los ataques directos del enemigo, pero también es muy valioso en la vida cotidiana. Imagínese pasando un día difícil, en la escuela, en el centro de trabajo, durante una reunión de negocios, o ¿enseñado? a un grupo de estudiantes, con la armadura de Dios puesta en su lugar.

Ceñidos con el cinturón de la verdad: El primer elemento es el cinto. Es muy importante mencionarlo en primer lugar, porque el soldado, para poder sostener todos los demás armamentos, tenía que utilizar un cinto. No era un simple adorno, sino una parte esencial de su equipamiento. Al ponerlo bien ajustado en su lugar, proporcionaba libertad de movimientos durante la batalla. La palabra de Dios mantiene el resto de la armadura en su lugar, podemos tener la armadura pero sin la Palabra, la armadura no nos protegerá.

Vestíos con la coraza de justicia: La coraza se usaba para proteger el corazón del soldado. Actuar injusta e impíamente nos anula esta protección vital, y quedamos a merced de Satanás (Prov. 4: 23). Es cuando actuamos con la justicia de Dios que nuestro corazón queda protegido.  Es su justicia y no la nuestra.  La escritura declara enfáticamente que en la humanidad no hay un solo justo, ni siquiera uno

(Rom. 3: 10) Necesitamos la justicia de Dios para nosotros, que es Cristo.

(Rom.3: 21-26) “Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia”. (Sal 119:172). Imaginese poniéndose una coraza de metal inscrita con todos los mandamientos de Dios. La coraza está principalmente destinada a proteger el corazón y órganos vitales.

Calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz: El soldado utilizaba sandalias que iban bien sujetadas por tiras de cuero al pie y al tobillo. En las suelas llevaban clavos. Esto les permitía afirmarse bien y ser ligeros en el campo de batalla. En la guerra espiritual se refiere a la seguridad y confianza que nos trae el conocer las verdades de Dios reveladas en el evangelio de Jesucristo. Las Escrituras nos ayudan a posicionarnos, no ¿podemos? dar lugar a dudas en la lucha, la seguridad en esta verdad es la que nos permite permanecer firmes. La palabra “preparación” significa que esto es algo que debemos hacer con antelación. Cuando el enemigo ataca, debemos estar preparados para este tipo de ataques antes de que sucedan.

El escudo de la fe: Algunos de estos escudos eran de madera, cubiertos de cuero, y a menudo antes de una batalla el cuero era empapado con agua, así las flechas en llamas no incendiarían la madera. Los soldados griegos se alinean con sus escudos creando un muro delante de ellos. Cuando eran atacados por los arqueros, colocaban los escudos sobre sus cabezas, creando una sólida estructura para protegerlos de las flechas. El Apóstol Pablo dice” sobre  todo” denotando la tremenda importancia que tiene la fe para nuestra  defensa. (Hebreos 11) describe exactamente  a  este  gran escudo. Con la fe apagaremos todos los dardos de fuego lanzados por el maligno.

El yelmo de la Salvación: El yelmo era la estructura que cubría la cabeza y el cerebro. Es la aceptación en nuestra mente de la verdadera doctrina de Dios. El reconocimiento de nuestra condición, nos llevó un día a la salvación, nuestros ojos vieron la luz, dejando atrás la ceguera espiritual que nos ataba, nuestros oídos fueron abiertos al llamamiento de Dios, limpiando las mentes infectadas por el pecado.  Ahora podemos ver, escuchar y pensar con claridad al enfrentar al enemigo. Esto me ayudará a definir seguramente mi posición, mi condición y mi identidad (Rom. 12: 2) Si yo no estoy seguro de mi salvación, entonces estaré participando en esta guerra con un casco frágil.

La espada del Espíritu: El arma ofensiva del soldado griego en la infantería era la espada. Para nosotros esta espada está identificada como la palabra de Dios.

(Heb. 4: 12) Pablo refuerza la importancia de la palabra como instrumento ofensivo para ser utilizado en el frente del enemigo. Hablando en nombre de Jesús y decir en voz alta las escrituras repelando los continuos ataques. Cuando enfrentamos al reino de las tinieblas, debemos usarla en toda su potencia y despoblar sus territorios.

(1 Cor. 1: 18). La espada es un arma que sirve tanto para la ofensiva como para la defensa. Esto resalta su importancia. A muchos soldados le era de utensilio durante las largas batallas fuera de casa, para alimentarse, cazar, etc. Esto nos lleva a una gran lección, que aunque nuestro Padre celestial nos provee alimento a través de su palabra, tenemos que utilizarla y profundizar  con  ella  en    nuestras  vidas y  así  poder  alcanzar  el alimento que va a forjarnos y convertirnos en esos hombres y mujeres de Dios.

Para este enfrentamiento contra huestes espirituales de maldad la oración es un arma imprescindible. Jesucristo venció sobre estas potestades y las exhibió públicamente en la cruz del Calvario. Allí ganó para nosotros la salvación y nos revistió de autoridad, colocándonos en su reino. El enemigo está asechando y nota en que lugares estamos débiles y es precisamente allí donde nos ataca. Todo este armamento es de suma importancia para resistir los días malos en los cuales se nos alienta a mantenernos firmes, a resistir los embates del enemigo manteniendo nuestra posición. Por eso la oración no debe faltar. Ante un enemigo tan vil y traicionero, necesitamos la dirección de Dios y la unidad entre los hermanos. Juntos formamos el cuerpo de Cristo,  más poderosos,  y con las fuerzas de uno se cubren las debilidades de otros. Esa es la función de la Iglesia. Nuestra misión aquí en la tierra es compartir el evangelio con aquellos que viven esclavizados en el pecar. Estamos viviendo tiempos donde la Iglesia vive alimentándose de la palabra predicada en los pulpitos, engordando espiritualmente, y que de aquello que mueren por falta de alimento, aquellos que nunca escucharon de esta verdad, el compañero de clases que nunca le hablaste, el jefe en el trabajo, el vecino, el cartero, o tu doctor.  Hermanos es mi deseo llevarlos a reflexionar, y ver la gran NECESIDAD DE UN AVIVAMIENTO, ser un hijo de Dios no es solo una bendición, es una responsabilidad con este mundo. Amen.

“Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Ef. 5: 14)

Posted in 2011, 4-Octubre-Diciembre | Tagged , , | Comments Off

JESUS NO ES PROFETA

JESUS NO ES PROFETA

La mayoría de los judíos dicen que Jesús no es profeta.

Su tesis esta basada en MATEO 11:13 “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan”. Ellos alegan que Juan (el Bautista) primo de Jesús nació 6 meses antes que Jesús, por lo tanto, “dicen” que cuando Jesucristo  nació de acuerdo a este texto biblico el ya no debería de ser contado como profeta.

Por esta razón  dicen que ellos no lo reconocen como un profeta de Dios.

Yo digo que ellos tienen razón, Jesús no es profeta; según APOCALIPSIS 19:16, dice:”Y en su vestidura y su muslo tiene escrito este nombre REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES ” EL es EL REY del Universo,El es nuestro SEÑOR,nuestro CREADOR,nuestro SALVADOR,nuestro ESPOSO,nuestro AYUDADOR,nuestro PRONTO AUXILIO EL LAS TRIBULACIONES,nuestra FORTALEZA, nuestro AMIGO. El es EL ALFA Y LA OMEGA,PRINCIPIO Y FIN…EL SUPREMO…EL UNICO DIOS…EL SANTO DE ISRAEL…NUESTRO SUSTENTADOR…EL QUE TODO LO SABE…EL JUSTO JUEZ…EL TODOPODEROSO…ES MI GUERRERO…MI SANADOR…ES MI PERDONADOR…….¡ALELUYA!  ¡GLORIA A DIOS!.

PORQUE NO HAY OTRO NOMBRE DADO A LOS HOMBRES EN EL CUAL PODAMOS SER SALVOS…SOLO EL.

HE AQUI UNO  MAS QUE PROFETA…HE AQUI EL REY: JESUS.  Amén

 

Por Daniel Aguilar, Pastor-El Salvador

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Portada

El Remanente

Julio-Agosto-Septiembre

2011

Posted in 2011, 3-Julio-Septiembre | Tagged | Comments Off

Editorial

Una de las advertencias que se oye constantemente en los Escritos divinos de la Biblia es la advertencia acerca de los falsos profetas y maestros. Desde los tiempos proféticos se oye el sonido de alarma en la boca de los atalayas del Señor. Hubo y habrá falsos profetas. Ser un  portavoz parece ser un oficio atrayente a quienes encuentran placer en tener “seguidores”.

Jesucristo y los escritores del Nuevo Testamento hablaron y exhortaron acerca de este fenómeno. El cual ha ido tomando dimensiones imponentes en estos últimos días.

Ya hemos oído de los reclamos de un llamado “ungido de Dios”, de nombre  Harold Campis,  acerca de las “fechas” del fin del mundo  por él profetizadas.

Mientras que algunos los clasifican como loco, aprovechador, asalariado (pues posee una fortuna millonaria) e idiota, yo opino que él es alguien más peligroso. Un loco no es peligro para los incautos e ingenuos, tampoco  es un idiota. La seriedad del estatus de este anciano predicador es que posee las cualidades de un falso profeta.

Dios, por boca de sus siervos,  advirtió a su pueblo, señaló que las marcas de un falso profeta es cuando predice acontecimientos y estos no se cumplen (Deuteronomio 18:22).

Por causa de las profecías no cumplidas, muchos de sus seguidores perdieron sus bienes materiales, se enfermaron de los nervios y hasta hubo un caso donde una madre, seguidora de Campins, trató de matar a sus hijos y también de suicidarse. La desilusión y la incredulidad encuentran campos fértiles en aquellos que pusieron toda su confianza en las palabras proféticas de un hombre.

Dios no se equivoca ni cambia fechas. Estos “gurús” religiosos buscan como excusar y rellenar los portillos en la pared de su falsa profecía.

Es verdad que personas como él son responsables, pero también lo son aquellos que siguen una doctrina sin cuestionarla y sin encontrar un fundamento saludable y claro en la Biblia

El Señor Campins no es el único. Nuestra presente generación parece desconocer las profecías hechas por los fundadores de los “testigos de Jehová” (seguidores de la revista El Atalaya) en tiempos pasados. ¡En varias ocasiones profetizaron fechas para la llegada del Armagedón.

¿Qué ocurrió? Con el tiempo la gente se olvidó, y millones de ingenuos no conocen la historia amarga que tuvieron que vivir miles de infelices seguidores del Atalaya cuando vieron que habían sido engañados.

Otros que la historia los señala por haber profetizado palabra mentirosa son los Adventista del Séptimo Día. Ellos también señalaron la fecha del advenimiento de Cristo a la tierra en el año 1864. Igualmente se vieron forzados a taponar el salidero causado por sus falsas predicciones.

La lista de las falsas profecías es amplia. La más popular  y aceptada es la predicción del rapto de la iglesia. La Biblia habla clara y nítidamente acerca de la segunda venida de Cristo, pero el laberinto de la creencia del rapto no fue enseñada por Jesucristo ni sus apóstoles. Es una enseñanza falsa, la cual posee diferentes opiniones entre sus propios seguidores.

Hoy, el rapto es una de las doctrinas más cacareadas en el mundo protestante. Libros, películas, documentales están siendo producidos en cantidades impresionantes. ¿Por qué existe este grado tan avanzado de ingenuidad y aceptación de lo falso en las filas de quienes profesan ser seguidores de Cristo? Creo que hay una respuesta obvia. Esa respuesta nos la da el Maestro: “Erráis, ignorando las Escrituras” (Mateo 12:24).

Les recuerdo las palabras del apóstol Pablo: “Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo”. 2 Corintios 11:13.

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Hudson Taylor

 

 

Hudson Taylor

(1832-1905)

Nacido en una familia cristiana, desde muy pequeño Taylor fue instruido en los caminos del Señor, por sus padres y abuelos. Su padre, un farmacéutico, tenía una profunda preocupación por el estado espiritual de China. A una edad muy temprana, Taylor indicó que le gustaría ser misionero a China un día. A la edad de 17 años, al leer un Tratado en el estudio de su padre, finalmente entendido lo que Cristo había hecho para él. En este momento ofreció su vida a Jesús y su servicio a Él. Después que Hudson Taylor entregó su corazón y su vida al Señor, hubo un gran cambio en su vida. No solamente se le notaba nuevas actitudes hacia los de su casa, sino también hacia las necesidades de otros. Un día   apartó   una  hora   para  orar   y   consagrar definitivamente su vida a Dios, de modo de servirle en alguna manera especial. Durante esa etapa en su vida, Hudson comprendió que Dios lo había llamado para servirle en la China. Poco tiempo después, empezó a prepararse para la obra misionera. Lo primero que hizo fue procurar mejorar su salud, a fin de prepararse para una vida de rigores y asperezas. De manera habitual repartía tratados, enseñaba una clase de escuela dominical y visitaba a los enfermos. Aunque no tenía ningún libro que le enseñara el idioma chino, poseía un ejemplar del evangelio según san Lucas en ese lenguaje. Usando tal libro como texto, dedicó muchas horas al estudio del idioma. Con la ayuda de un familiar, Taylor pudo compilar un diccionario chino, este le ayudaría en gran medida en un futuro, para alcanzar, y hablarles del evangelio a las almas en ese país. Así respondió a este llamado y comenzó a preparar todas las facetas de su vida hacia esta meta. Fue durante este tiempo de preparación, que comprendió la gran necesidad y dependencia que él tenía en Dios, para poder continuar hacia esta obra misionera. Al culminar su carrera de medicina, partió a la China. Casi un año después de haber salido de su hogar, por fin logró ayudar a algunas personas con atención médica. Parecía que las cosas le iban mejor. Estableció una escuela para niños, con un profesor cristiano que impartía las clases. Aunque no había anunciado  la apertura de un dispensario médico, cada día le llegaban nuevos pacientes. La asistencia a los cultos iba mejorando también. Al principio asistían solamente Hudson y el maestro. Sin embargo, pronto la asistencia comenzó a aumentar respectivamente. Debido a los momentos que atravesaba el país, (la guerra), se vio envuelto en problemas financieros, enfermedad, el poco dominio del idioma; tras un problema surgía otro, contribuyendo a desanimar al joven misionero. Taylor se convenció de que la única manera de alcanzar al pueblo de China sería identificándose con ellos. Por tanto comenzó a vestirse como ellos, y aprendió a comer con palillos. Sin embargo, le faltaba un paso grande, que no había dado aún: su cabello rubio y crespo le daba a conocer como europeo. Creyendo que estas medidas le ayudaría alcanzar al pueblo chino con el evangelio, finalmente Hudson dio también ese paso. Cortó su cabello, dejando únicamente lo suficiente para que pareciera otro chino más. Todo esto le ganó la entrada al corazón de la gente, y muchos ni siquiera sospechaban que era extranjero, sino cuando empezaba a hablarles.

A pesar de todas estas circunstancias, Dios lo recompensó grandemente, esas pruebas que atravesó lo ayudaron a fortalecerse en Dios, a esperar en El, las horas de rodillas orando día tras día, estaban siendo contestadas; durante los próximos años muchos misioneros se unieron a la obra.

Este trabajo pionero fue repartido por todo el interior de China. Cristianos alrededor del mundo se unieron a las filas de la misión. A finales del siglo, la mitad de los misioneros evangélicos fueron de la misión del interior de China. A través de numerosos pruebas, persecuciones y penurias, Taylor y quienes con él trabajaron se mantuvieron por fe a llevar a Cristo a una nación políticamente inestable, donde los extranjeros no siempre eran bienvenidos. A través de los años China, ha pasado por muchos cambios, pero cualquier vitalidad cristiana que existe hoy es en gran parte debido a su ardua labor. La vida de Hudson Taylor fue una vida de oración y de dependencia continua en Dios.

Cuando Jaime Hudson Taylor supo que pronto terminaría su obra en la China, y que no le quedaban muchos días de vida en esta tierra, les dijo a unos amigos:

“Si tuviera mil vidas, las entregaría todas por la China”.

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mi nada podéis hacer. -Juan 15:5

 

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NUESTRO ALTAR

NUESTRO ALTAR

Pastor Alex Figueroa

Tenemos un altar…… –Hebreos 13:10b

Casi todas las religiones hablan de algún tipo de altar. Existen de todos tipos y para toda clase de ceremonias. Algunos son ceremoniales, no produciendo algo específico en el alma, sino simplemente un sentir de bienestar, el cual se esfuma y atenúa con el pasar del tiempo. Otros altares son usados en las religiones paganas, para apaciguar la ira de aquellos que ellos llaman dioses. Los adoradores del falso dios Baal, quien era el ídolo de muchas naciones que poblaban el medio oriente, tenían un altar donde depositaban a sus hijos para pasarlos por el fuego.

Al pensar en esto, puedo reconocer el mismo espíritu en este tiempo moderno, en el cual los padres han creado altares para la destrucción de sus descendientes. Hay varios de estos altares que pudiera señalar, pero ya que ese no es la intención de mi corazón en este espacio, habré de concretar lo que si deseo compartir con usted.

El escritor del libro de los Hebreos reconoce, admite y declara que los seguidores de Jesucristo también poseemos un altar.

TENEMOS UN ALTAR

Sus palabras son claras. La experiencia cristiano no existe sin un altar. La palabra altar llega a nosotros de la palabra altum, y significa “algo alto”. Por lo tanto, ya que significa algo alto esta verdad nos dice que estamos tratando con algo que no es bajo ni terrenal. Este altar es más alto que el ser humano. Solo por medio del evangelio de Jesucristo podemos llegar a él, y únicamente por medio del Espíritu Santo tendremos una revelación de él.  Este altar nos habla de una experiencia alta.

Y  no es que existe un altar, sino que TENEMOS UN ALTAR.  Lo hemos hecho nuestro. Es algo personal. Nosotros tenemos un altar. No todos tienen ESTE altar. Quizás otros tengan diferentes altares, pero este no es de todos, ES NUESTRO ALTAR.

Desde los tiempos antiguos, aquellos hombres primitivos que temieron y adoraron a Dios, levantaron un altar de sacrificio, para honrar a Dios. Esos altares que fueron edificados por Abel, Noé, Abraham, Samuel, David y tantos otros, fueron lugares de oración, agradecimiento, rendición y reconocimiento de la autoridad soberana del Señor.

Si seguimos la vida del patriarca Abraham, habremos de ver que donde él se asentaba, siempre hacia dos cosas. Primeramente cavaba un pozo y después edificaba un altar. El pozo para el cuerpo, el altar para su espíritu. El pozo para refrescar su sed física y el atar para satisfacer su sed espiritual.

El mundo pecador no tiene este altar, porque este altar no se alcanza por “derechos”, sino por GRACIA. Gracia, el favor no merecido de Dios.

LAS CUALIDADES DE ESTE ALTAR

Es un altar santo. Aquellos que no estén interesados en la santidad y la pureza no buscarán los beneficios de este altar que nosotros tenemos por la fe en Cristo. Somos llamados a vivir de acuerdo a la naturaleza de ese altar. No es un altar de entretenimiento, ni siquiera un altar religioso. Es un altar que trata con nuestra relación con un Dios santo. No es un altar de ignorancia. Los que a él se acercan deben saber que  el modelo de Dios es santo, y que por lo tanto la relación que tendremos con ese altar será también santo.

Es  un altar de ofrecimiento. No podemos venir simplemente a admirar el altar. No podemos venir con las manos vacías y con agendas personales. Llegamos a ese altar para ofrecernos totalmente a Dios. En un sacrificio vivo y santo (Romanos 12:1). Es ofrecimiento implica consagración y separación de la vida pasada. Esa vida de inmundicia, de egoísmo, de lástima propia, de terquedad, de negación a nuestras necesidades es ofrecida para ser quemada.

Es un altar de fuego. En ese altar hay fuego. Fuego espiritual. Fuego de Dios. Fuego consumidor. Fuego que quema cosas que ni nosotros mismos sabemos que hemos cultivado en nuestra personalidad.

Este fuego produce dos cosas muy necesarias en nuestro caminar con Dios. La primera es purificación y la otra es poder.

Sin fuego un avión no puede despegar de la pista, ni un carro arrancar y trasladarse. Sin fuego no hay calor. Sin fuego no existieran las grandísimas industrias de nuestros tiempos. Sin fuego no hay electricidad.

El fuego es necesario en la vida natural del hombre. Y el fuego del Espíritu es necesario en el vivir de los cristianos. Fuego apareció en el día de Pentecostés.  Jesús habló de que El había venido a traer fuego.

Juan el bautista dijo que Jesús bautizaría a sus seguidores con el fuego del Espíritu Santo.

Hoy los que quieren agradar a Dios encontrarán ese tipo de fuego en el altar que nosotros tenemos. TENEMOS UN ALTAR. En ese altar hay fuego de Dios. Este fuego es indescriptible. Solo se experimenta cuando El Señor ve que nos entregamos en ese altar. El fuego no se experimenta solo porque nos interesemos en el altar. Tenemos que depositar todo en el altar. Nuestro ego, nuestro hogar, nuestras finanzas, nuestros hijos, nuestra reputación, nuestro pasado, nuestras ideas producidas por una mentalidad enferma por la carne.

Cuando Elías pidió fuego de lo alto, para que consumiera el sacrificio que él había colocado en su altar, el fuego de Dios no descendió hasta que cada pieza del animal fue puesto en el altar. Nada podía quedarse fuera del altar.

Hoy no es diferente. El fuego de este altar es real únicamente cuando todo es colocado en él.

¿Está todo puesto en el altar? ¿Quizás hay algo pequeño que usted no cree importante e innecesario depositar en el altar?

¡Oh Dios tómalo todo! De todas maneras, TODO ES TUYO. Pero te lo entrego voluntariamente. ¡Es mi ofrenda! ¡Es mi sacrificio en mi altar! Amén.

Vivimos tiempos en los cuales vemos en la comunidad clasificada como cristiana mucho fuego. PERO FUEGO ARTIFICIAL.

El fuego artificial se despliega en momentos de celebraciones, y tiene  la  característica  de  ser  muy  explosivo,  destellante  y atractivo, pero no es duradero ni produce algo beneficioso para la vida práctica de los seres humanos. Lo mismo ocurre con el fuego artificial religioso. Es ruidoso, atractivo, exuberante y entretenedor, pero no produce el fruto del Espíritu.

Es un altar de nutrición. Los sacerdotes también podían comer de ciertos sacrificios ofrecidos en el altar. Era una porción consagrada para los hijos de Leví.  Es por eso que la Escritura de Hebreos sigue diciendo:  “del cual no tienen derecho a comer los que sirven al tabernáculo.” Este altar no es como el altar antiguo que Israel ofrecía a Dios bajo la economía levítica.

Este altar que nosotros tenemos es para los privilegiados por causa de la gracia del Señor Jesucristo. Los judíos de acuerdo a la carne no tienen derecho, pues ellos rechazan al Mesías de Nazaret. Este tabernáculo y esta altar nuevo no tienen nada que ver con el pacto de Sinaí. Los sacerdotes y siervos del antiguo pacto no son parte del nuevo Israel de Dios. Pues no es judío quien lo es en carne, sino quien lo es en espíritu  y ha nacido del Espíritu de Dios (Romanos 2:28-29).

Pero hay una similitud en este “nuestro altar”, nosotros, como sacerdotes espirituales, hechos sacerdotes por la sangre de Cristo (Apoc. 1:6) podemos nutrirnos de ese altar.

Hay mucha comida en ese altar. Comida que no es perecedera. Comida que nos da fuerzas y salud espiritual. Somos nutridos de este altar que tenemos.

“Mi comida es verdadera comida”, dijo el Maestro.

Nosotros estamos sirviendo en otro templo. Nosotros somos el templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 3:16-17; 1 Corintios 6:16-19). De  acuerdo  al  diccionario,   un  templo  es un edificio consagrado para honrar a una deidad. Existe el templo de los ídolos y el templo del Dios viviente.

En nuestro tabernáculo tenemos un altar, y en ese altar somos levantados a lugares de Dios no imaginados.

En conclusión deseo señalar que, nuestro altar es también formado por nuestra ACTITUD.  La actitud es determinada por la voluntad del hombre. Las actitudes son formadas por el tipo de funcionamiento que decidimos adoptar. En todo lo que hacemos hay algún tipo de actitud, esta puede ser buena, correcta y positiva o pudiera ser mala, incorrecta y negativa.  Definitivamente que el tipo de altar que estaba en la mente del escritor del libro de los Hebreos era el correcto altar, con la correcta actitud.

Somos bendecidos por tener algo que antes no teníamos. TENEMOS UN ALTAR. Ese altar es la prueba de que estamos comunicándonos con nuestro Creador y Redentor. Amén.

 

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El Pastor Sabido Dice

“Las palabras sí y no son

las palabras más importantes

que usted jamás dirá”.

 

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¡El Diseñador y Su Obra!

¡El Diseñador y Su Obra!

Por Juan González

Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. –Isaías 49:1

Es difícil para nuestras limitadas mentes poder comprender completamente a un Dios quien lo sabe todo, aun antes que las cosas tomen lugar. Él nos da la oportunidad de hacer nuestras propias decisiones y planes. Cuando éramos pequeños no podíamos tomar las decisiones por si solos, nuestros padres, quienes Dios puso por autoridad y cuidado con el fin de educarnos y guiarnos a través de su palabra, han ejercido esta responsabilidad.

A medida que el tiempo transcurre, llegará el momento en que (papi y mami) no podrán seguir realizando esta tarea, de aquí en adelante cada decisión y plan que trazamos van a afectar (sea para bien o para mal) el presente y futuro de nuestra vida.

Dios, nuestro diseñador y arquitecto, tiene planes especiales para cada individuo. Él nos conoce desde el vientre de nuestra madre (Salmos 139:13-16). De hecho, nos formó allí (Isaías 44:2). Nos conoce por nombre (Isaías 43:1).

Como jóvenes cristianos durante nuestro crecimiento espiritual, el deseo por servir a Dios se intensifica, esto es muy necesario para funcionar saludablemente en el cuerpo de Cristo, la Iglesia, como miembros es de suma importancia saber  cuál es la función que Dios nos ha puesto a realizar.

¿Tiene Dios un plan especial para mi vida? ¿Hay algo en específico que desea que yo haga? ¿Cuál es la voluntad de Dios en otras áreas de mi vida, mis estudios, relaciones, mi tiempo ocio, mi futuro?

Al indagar en las escrituras por respuestas a estas cruciales preguntas, vamos a usar el ejemplo de dos hombres. A través de la vida de Samuel y Juan el bautista.

Nacido en la oración

El nacimiento de Samuel fue precedido por los incansables tiempos de oración, por su madre, Ana. Su esposo, Elcana la amaba mucho, a pesar de esto, no era suficiente para colmar el dolor de esta madre quien deseaba profundamente tener un hijo. A todo esto se le acumulaban las constantes burlas de la otra esposa de Elcana, quien en aquel entonces había dado a luz varios hijos, esto devastaba a Ana, pero no claudicó, clamando continuamente en el Templo, hasta recibir confirmación de parte de Dios. Ella tuvo la visión, la fe que sus oraciones serían respondidas, visión que no tuvo el sacerdote Elí, en cierta ocasión la acusó de estar ebria, sin ver la carga y aflicciones que la acongojaban.  Más Dios escuchó su sierva, y trajo al mundo a su tan esperado hijo, este sería consagrado al servicio a Dios desde el vientre de su madre.

Una vez, cuando el joven Samuel y Elí dormían en el templo, escuchó una voz del Señor, llamándolo al sacerdocio  y profeta de Israel. 1Samuel 3: 19-21 nos dice…Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejo caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan a Beerseba conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová. Aunque Ana no sabía sobre el futuro que a el le aguardaba, tenía un gran deseo por un niño y persistió en oración. Dios no sólo escuchó, su llanto, sino que bendijo a este joven convirtiéndolo en una vasija de gran uso, para guiar a su nación.

Preparando el camino

Las circunstancias del llamamiento de Juan, y los eventos que llevaron a su nacimiento, son relacionados con el nacimiento y ministerio de Jesús. Es así como fue diseñado por Dios, para preparar el camino de Jesús, aquí en la tierra. Lucas 1:76-79.

Zacarías y Elisabet vivían en la parte sur de Judea. Lucas 1: 6 los describe como justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Ya eran de avanzada edad, y no tenían hijos, más un día cuando Zacarías estaba llevando a cabo sus funciones sacerdotales en el templo, fue visitado por un Ángel del Señor, el cual le dijo que su esposa concebiría un hijo, y lo llamaría, Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del  Espíritu Santo desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor, Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto. Lucas 1:14-17

Juan creció en el desierto, alejado de las multitudes, alimentándose de lo que Dios le proveía diariamente. Al pensar en esto, pudiéramos preguntarnos, ¿porque el vivió de esta forma?, pudiendo estar junto a sus padres, aprendiendo de ellos, y desarrollando una vida normal, como tantos de su edad en Judea; pero esta era la diferencia entre El y los demás, Juan vino a este mundo con un solo propósito, a preparar el camino para el Mesías, pienso que durante este tiempo distanciado del mundo secular, Dios lo estaba preparando, a solas con el, dependiendo completamente de su creador. Esto lo mantuvo enfocado a cumplir lo encomendado. “Y si queréis recibirlo, el es aquel Elías que había de venir.” Mateo 11:14

EL plan de Dios para Jesús

A los doce años de edad, cuando les dijo a sus padres que en los negocios de su Padre debía estar, Jesús sabía el llamado y misión a realizar aquí en la tierra. El sabía que “los negocios” significaban su muerte en la cruz, por esta humanidad. Mat. 16:21 Juan 4:34 nos dice que su comida era hacer la voluntad del que lo envío y acabar su obra. Jesús,  siendo  el  hijo  de  Dios  desde  la  creación  del  mundo, obedeció en todo. El sabía lo que acontecería, y en ciertas ocasiones fue tentado por Satanás, pero no se doblegó a las propuestas del tentador; muchas veces erróneamente tendemos a ver a Jesús durante su ministerio, solamente como Dios mismo, pero no solo fue así, la palabra nos relata que anduvo entre nosotros como hombre, padeció lo mismo que hoy su pueblo padece, las mismas pruebas y tentaciones. Querido lector. El es nuestro mayor ejemplo, el cual todo cristiano debe imitar, a ser cada día más como Cristo. Ayúdanos, OH, Señor, a tener una mente como la de Cristo, a buscar incesantemente tu presencia, a hablar como tú, a pensar como tú, a comportarnos como tú, a sentir como tú, a amar como tú; que seamos siempre hallados en los negocios de nuestro Padre. Solamente así podremos  llegar a realizar completamente el plan de Dios para nuestra vida.  “Y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14

Conociendo el plan de Dios

La humanidad de hoy vive confundida, sin realmente saber el propósito a realizar, es una extensa frustración con pequeños momentos de felicidad, algunos dicen haber encontrado esta “felicidad”, en amistades, bienes materiales, la carrera deseada, el trabajo perfecto etc., cuando en realidad el vacío en su ser es mayor que el de aquellos los cuales viven soñando en alcanzar dichas metas. Nosotros, el pueblo de Dios, estábamos en la misma condición, pero fue ese encuentro especial con Jesús, quien satisfizo nuestra necesidad, El, la fuente de vida eterna fertilizó la árida tierra, reverdeció sus cultivos, y hoy podemos dar frutos, llevando su plan en nuestras vidas.

Al aceptar a Cristo como salvador, hemos sido como hijos “Injertados” en su familia, la cual es La Iglesia de Dios. Romanos 8:16-17 y Juan 15:16 nos recuerdan acerca de la obra hecha en nosotros, esta no termina en el Altar, pero es una obra en nuestro ser que continúa a medida   que   crecemos   espiritualmente.    Al   leer   estas  escrituras, podemos ver el deseo de Dios en guiarnos a llegar al conocimiento de su plan, y lo que tiene diseñado para cada individuo. Parte de este plan es que compartamos y anunciemos las buenas nuevas a los perdidos, desesperanzados, a los trabajados y cargados, mas ellos hallarán descanso en el Cordero de Dios.

Pudiéramos preguntarnos, ¿Cómo descubriré este plan en mi vida?, ¿Cómo se que es de parte de Dios, y no estoy actuando por un impulso o emocionalmente? La palabra de es nuestro soporte y guía para llegar a respondernos tales preguntas.

  1. Confía en Dios. Te haré entender, y te enseñaré el camino que debes andar, sobre tí fijare mis ojos. (Salmos 32:8)
  2. Encomiéndate a El. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en El y El hará. (Salmo 37:5)
  3. Reconócelo en Todo. Reconócelo en todos tus caminos y El enderezará tus veredas. (Proverbios 3:6)
  4. Busca Primeramente su Reino. Mas buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:33)
  5. Estudia su Palabra. Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. (Salmos 119:105)
  6. Ora. Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:3)
  7. Escucha a su Espíritu. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, el os guiará a toda la verdad….(Juan 16:13)
  8. Recibe Consejería. Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad. (Proverbios 11:14)
  9. Pongamos en práctica el Don o Dones. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada… (Romanos 12:6-8)

En Génesis 25:27 vemos como Abraham envío a su siervo a buscarle esposa a Isaac su hijo, a él no le fue dada muchas instrucciones, o donde ir. El tuvo que esperar, pensar, sin apresurarse, tuvo que escoger sabiamente sus próximos pasos a seguir, y al final, fue de gran recompensa toda aquella labor. De su experiencia, así se expresó….guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo”. Muchas veces en nuestro caminar espiritual, se nos guiará, pero otras veces tendremos que buscar personalmente de rodillas, meditando en la palabra, las instrucciones que Dios quiere que sigamos. Pero Dios es fiel, nos continuará guiando hasta llegar a la meta.  Al dejarnos guiar por Dios, estamos aceptando por fe, que hemos escuchado de Él, a través de la oración, su palabra, etc. Cuando su palabra ha sido confirmada, entonces obramos por Fe a realizar aquellos que nos ha sido encomendado. Pero cuidado, en 1 Corintios 7:17-24 nos alerta, que estemos seguros que es Dios hablando, y no actuando por emociones, es mejor que nos quedemos donde estamos, florecer donde hemos sido plantados.

Mientras más conocemos de Dios, mas conocemos de su inmensa soberanía,  y como cada paso en nuestras vidas guiados por El concluyen en su plan para cada uno de nosotros, Él está en control, y lo estará mientras tu rindas todo a Él y no trates de construir por tus propios medios tu vida, deja que El Diseñador y Arquitecto construya tu vida, no sobre la arena inestable y débil, pero sobre la fuerte Roca.

Posted in 2011, 3-Julio-Septiembre | Tagged , , | Leave a comment

¿Por qué lloras?

¿Por qué lloras?

Pastor Alex Figueroa

“Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras?

-San Juan 20:15ª

La Biblia es un libro de llanto. .Abraham, José, Rut, Ana. Samuel, David, Jeremías, Isaías, Esdras, Ezequías, Pedro, Juan, Pablo, Jesús, y aún muchos otros, lloraron.

Lo alentador de esta realidad es que, para los hijos de Dios el llanto no es para siempre (Salmo 30:5). Y no necesariamente nos referimos al fin, sino en esta presente vida. Los hijos de Dios no vivimos llorando. El lloro es sólo por un tiempo. Somos bendecidos por tener al Consolador.

Aquella mañana insegura y emocional contenía en su profundidad una de las experiencias más gloriosas que cambiaron el rumbo de la historia para siempre.

Jesús había sido sepultado, y con El las esperanzas de un grupo de seguidores que realmente no habían captado la promesa de la resurrección. Entre algunos de los que habían oído rumores de sucesos extraños se encontraba María Magdalena. Su corazón estaba quebrantado. Su amado Maestro había sido ejecutado por la maquinaria militar de Roma. Jesús había sufrido uno de los métodos de ejecución más terribles existentes.    Para María, así como para los seguidores del Mesías, las promesas, los milagros, las sanidades y las pruebas manifestadas por El parecían haberse desaparecidas en aquel triste amanecer.

María fue a la tumba. ¿Qué buscaba María? ¿Qué busca un familiar cuando visita la tumba de un amado? ¿Qué trata de lograr mirando el lugar que ha tragado a su ser querido?

El salmista dijo: “En El confiaré….” No tenemos porque dudar del cuidado de Dios o que El nos dejará. No hay decepción con El. Podemos habitar confiados en que el Señor proveerá una salida. Sus promesas son verdad y seguras. El es el único que no cambiará sus pensamientos hacia nosotros (a menos que nosotros cambiemos los nuestros hacia El).  Su  intención sigue siendo la de hacernos bien. Pero en aquella extraña mañana María estaba en busca de algo. Finalmente se encontró con Jesús, aunque ella no lo reconoció en ese momento.  Los ángeles con ojos compasivos le preguntaron: “Mujer, ¿por qué lloras?

LA PREGUNTA AL MUNDO

¿Por qué lloras? ¿Lloras de frustración, de lástima, de rabia, de impotencia, de dolor, de culpabilidad? En el mundo algunos pueden responder: lloro porque mi vida no tiene significado. Lloro porqué he perdido mi esperanza y mi fe.  Lloro porque estoy esclavizado. Lloro porque me encuentro en un laberinto y no veo la salida.  Lloro porque no sé donde han puesto al Señor. No sé donde El está. ¿Cuántos en el mundo no saben dónde está el Señor?

Oh, no lloro porque soy sentimental. Lloro porque hay una razón espiritual. Lo necesito a El. No puedo oír su voz. Mis ojos no lo contemplan. Así se sintió Job. El no encontraba a Dios en medio de tantas calamidades y tragedias. Sin embargo El Señor sí sabía donde Job estaba. María no sabía donde estaba el Maestro, pero el Maestro sabía dónde estaba María. Ella trató de razonar frente a la situación dolorosa de la desaparición de Jesús, y dijo: “se han llevado a mi Señor”. Le aseguro que nadie puede llevarse a Jesús.

Pecador, si lloras por tus pecados, Jesús dijo: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación”. Jesucristo siempre consuela a los que lloran por su condición espiritual. Si lloras por las razones correctas encontrarás que El puede enjugar tus lágrimas.

LA PREGUNTA A LA IGLESIA

¿Por qué lloras, iglesia?  Lloro porque el tiempo presente me constriñe.

Joel 2:15 revela que las condiciones de entonces era para que, desde  los sacerdotes hasta los niños lloraran ante  la Presencia del Dios ignorado y arrinconado.

Lloro porque tengo hambre y sed de Ti, oh Dios. Lloro porque me siento cansado de tratar de mostrar lo que no es. Lloro porque quiero oír tu voz, quiero sentir tu calor. Lloro por seguir una agenda que no produce lo que hoy necesitamos. Lloro porque otros no lo ven. Lloro porque veo un conformismo letal. Lloro porque otros, en tiempos de antaño fueron recipientes de la poderosa manifestación de tu Presencia en avivamientos conmovedores. Lloro porque nos hemos acostumbrado al ensamblaje de nuestra propia religiosidad, y nos sentimos cómodos con ella. Lloro porque temo que fallemos en poder ver en nuestros días lo que tanto necesitamos.

Pero mientras lloramos por no verlo en su gloria, recuerdo que El no está lejos.   El está cerca. Cristo le dice a la iglesia de Laodicea: “He aquí, estoy a la puerta y llamo….si alguno oyere mi voz….” Estas son palabras dirigidas a la iglesia tibia, a la iglesia conformista, que cree que lo tiene todo, que no tiene nada que arreglar ni ajustar.

“Déjame entrar”, dice el Señor. “Hay una comunión especial que quiero que disfrutes conmigo”. El punto que quiero hacer resaltar es que, EL ESTA CERCA. El está al otro lado de la puerta. Esta misma lección la vemos en el libro de Cantares, donde el amado trata de entrar para tener comunión con su esposa, pero ella se demora al abrir la puerta, y cuando por fin decide abrir ya él se había ido.

Dice Cantares 5:5-6 “Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra que corría sobre la manecilla del cerrojo. Abrí yo a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado…”

Ella se conmovió en su corazón, fue movida a gemir. Solo así pudo tener otra oportunidad de encontrar a su amado. Si solo hubiera sido solícita en su reacción cuando lo tuvo tan cerca no hubiera tenido que pasar por el momento angustioso que sufrió después.

El amado no está lejos de nosotros, no tenemos aparentemente oídos ungidos para oír su voz apacible, ni su susurro tierno. PARECE QUE LO QUE NECESITAMOS ES UN GRITO DE PARTE DE EL. El oído espiritual tiene la tendencia a embotarse, pierde el “filo”, la agudeza. Creo que por esa razón Dios tiene un ministerio de             SIETE TROMPETAS. El sonido de la trompeta nos prepara para la batalla, y nos ayuda a no dormirnos. Ese sonido certero nos advierte, nos pone en posición de ATENCION.

¿Por qué lloras, iglesia? Lloro por no hacer caso a tu voz cuando estuviste cerca. Me he despertado por causa de la trompeta, pero cuánto tiempo perdí cuando dormía en mi indiferencia y en mi egoísmo. Eso me duele y no puedo evitar las lágrimas. Lloro porque comprendo cuanto me amas, oh Amado, y cuan mezquinamente he correspondido a ese amor.

1.            ¿Por qué lloras, mujer? Cuando María Magdalena le contestó acerca de su dilema, el Señor solo dijo: “¡María!”. Esa sola palabra la sacó de su estupor y embotamiento. ¡Qué maravilloso es saber que Jesús conoce nuestro nombre! Llega el momento donde podemos dejar de llorar.   Dios le dijo a Juan:      “No llores más, el León de la tribu de Judá ha vencido para abrir el libro……” (Apoc. 5:5). Después del lloro viene la consolación y el regocijo. Me temo que vivimos tiempos cuando en vez de regocijo se debe tener un tiempo de lágrimas. La consolación es para los que lloran. El gozo es para los que han estado en un estado de luto y tristeza, pero han reconocido su necesidad a tiempo.

2.            Tal era la pasión de María, que no pensó en su incapacidad como mujer para cargar el cuerpo del Señor. Ella insistió cuando confundió a Jesús con el hortelano que le dijera donde él había puesto al Señor, y ella lo llevaría. Pero Jesús no necesitaba que lo llevaran, El había resucitado PARA LLEVAR A MARIA. Y no solo podía llevar a María, pero también a cada uno de nosotros. El ha resucitado para llevarlo a usted, para llevarme a mí. Yo tengo un límite, PERO EL NO TIENE LIMITES. SUS RIQUEZAS Y RECURSOS SON INCALCULABLES E INESCRUTABLES.

3. María lloraba por un Cristo muerto. Nosotros sabemos que El resucitó. Si vamos a llorar, lloremos por nosotros y por nuestra condición.  Me recuerdo las palabras de Jesús: “No lloréis por mí, más bien llorad por vosotros y por vuestros hijos”.

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