En Toda Su Armadura

En Toda Su Armadura

“Por tanto, tomad la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Efesios 6:13

Por Juan Gonzalez
Miami, Florida

Al leer las escrituras debemos situarnos en el mismo tiempo del apóstol Pablo. Es muy probable que al escribir la carta a los Efesios, El tuviera en mente el diseño de la armadura del soldado griego durante aquella época. Éfeso fue una gran ciudad griega y los lectores de esta epístola estaban familiarizados con la armadura que Pablo describe y les era sencillo entender el significado de las ideas a través de estos simbolismos. Por esa razón trataremos de ubicarnos en ellos para profundizar en el siguiente tema, que el apóstol Pablo utiliza para alertar a La Iglesia en aquel entonces, y hoy continúa vigente en la lucha contra el enemigo.

La palabra nos habla que luchamos contra huestes de maldad, y a diferencia de los soldados militares, esta no es física, sino espiritual, como hijos de Dios hemos decidido tomar el campo de batalla diariamente, sea a la ofensiva o la defensiva. Pablo nos advierte de la gran necesidad de utilizar los diferentes medios que Dios nos ha facilitado para obtener la victoria.

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”- Juan 16:33. Jesús es el mayor ejemplo, quien sufrió en carne propia las aflicciones de este mundo, de las cuales nos advierte en este versículo. A pesar de las circunstancias a nuestro alrededor, de la fuerte batalla, cuando nuestras fuerzas se agoten, cuando ya casi no puedes cargar la armadura por su peso, y el cansancio se apodera de nuestro ser, el salvador se aproxima al rescate. ¡Cuán grande promesa estimado lector! Tengamos paz, porque El ha vencido; nuestra es la victoria.

También debemos considerar que aunque tenemos estas promesas, no debemos descuidarnos, este es el mensaje que Pablo anteriormente le envía a la joven Iglesia en Efeso. En el primer capítulo les informa el propósito de Dios para su pueblo: Efesios 1:9-10 “dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en si mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. Pablo termina su carta con una metáfora dando instrucciones sobre cómo vivir sus vidas, para apoyar el propósito de Dios. Alertándonos de los planes malvados del diablo, que pueden atacarnos de muchas maneras. Nosotros no debemos huir del enemigo, ni enfrentarlos con nuestros propios medios, pero enfrentarlo con la fortaleza del Señor.

Pablo utiliza la palabra Panoplia, que se refiere a la pesada armadura usada por soldados griegos. La armadura a menudo consistía en una coraza, faja, escudo, casco, guantes, botas y una espada. El blindaje no solo era para defenderse, sino también para atacar. Este blindaje servía para defenderse de los ataques del enemigo, y la armadura ofensiva para  infligir daño. Nuestras armaduras no son con el propósito de buscar atacar, más para “mantenernos firmes”. Porque los ataques vendrán, esto es inevitable en la vida del cristiano, pero debemos estar preparados. El conocimiento de las Escrituras es esencial en la preparación, sin ésta nos quedaremos desarmados en el campo de batalla, con sólo nuestras propias fuerzas. En su segunda carta a los Corintios Pablo nos dice, “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. 2 Cor 10:3 No peleamos con armas construidas por el hombre, pero usando el poder divino, su palabra. La pesada armadura griega también tenía una interesante característica o falta: no aportaba ninguna protección dorsal. El soldado griego se vio obligado a enfrentarse al enemigo y nunca consideraría perder su vista de éste, ya que su espalda estaba expuesta. Esto es una lección de suma importancia para nosotros los hijos de Dios, al leer este pasaje en Efesios, podemos apreciar que Pablo no hace mención de alguna protección para nuestras espaldas, pienso que de todos los armamentos que Dios nos ha dado, El no nos dio este en específico, para que nunca descuidemos, y en todo tiempo demos frente a los ataques del tentador.

Este patrón es eficaz para los ataques directos del enemigo, pero también es muy valioso en la vida cotidiana. Imagínese pasando un día difícil, en la escuela, en el centro de trabajo, durante una reunión de negocios, o ¿enseñado? a un grupo de estudiantes, con la armadura de Dios puesta en su lugar.

Ceñidos con el cinturón de la verdad: El primer elemento es el cinto. Es muy importante mencionarlo en primer lugar, porque el soldado, para poder sostener todos los demás armamentos, tenía que utilizar un cinto. No era un simple adorno, sino una parte esencial de su equipamiento. Al ponerlo bien ajustado en su lugar, proporcionaba libertad de movimientos durante la batalla. La palabra de Dios mantiene el resto de la armadura en su lugar, podemos tener la armadura pero sin la Palabra, la armadura no nos protegerá.

Vestíos con la coraza de justicia: La coraza se usaba para proteger el corazón del soldado. Actuar injusta e impíamente nos anula esta protección vital, y quedamos a merced de Satanás (Prov. 4: 23). Es cuando actuamos con la justicia de Dios que nuestro corazón queda protegido.  Es su justicia y no la nuestra.  La escritura declara enfáticamente que en la humanidad no hay un solo justo, ni siquiera uno

(Rom. 3: 10) Necesitamos la justicia de Dios para nosotros, que es Cristo.

(Rom.3: 21-26) “Hablará mi lengua tus dichos, porque todos tus mandamientos son justicia”. (Sal 119:172). Imaginese poniéndose una coraza de metal inscrita con todos los mandamientos de Dios. La coraza está principalmente destinada a proteger el corazón y órganos vitales.

Calzados los pies con el apresto del Evangelio de la paz: El soldado utilizaba sandalias que iban bien sujetadas por tiras de cuero al pie y al tobillo. En las suelas llevaban clavos. Esto les permitía afirmarse bien y ser ligeros en el campo de batalla. En la guerra espiritual se refiere a la seguridad y confianza que nos trae el conocer las verdades de Dios reveladas en el evangelio de Jesucristo. Las Escrituras nos ayudan a posicionarnos, no ¿podemos? dar lugar a dudas en la lucha, la seguridad en esta verdad es la que nos permite permanecer firmes. La palabra “preparación” significa que esto es algo que debemos hacer con antelación. Cuando el enemigo ataca, debemos estar preparados para este tipo de ataques antes de que sucedan.

El escudo de la fe: Algunos de estos escudos eran de madera, cubiertos de cuero, y a menudo antes de una batalla el cuero era empapado con agua, así las flechas en llamas no incendiarían la madera. Los soldados griegos se alinean con sus escudos creando un muro delante de ellos. Cuando eran atacados por los arqueros, colocaban los escudos sobre sus cabezas, creando una sólida estructura para protegerlos de las flechas. El Apóstol Pablo dice” sobre  todo” denotando la tremenda importancia que tiene la fe para nuestra  defensa. (Hebreos 11) describe exactamente  a  este  gran escudo. Con la fe apagaremos todos los dardos de fuego lanzados por el maligno.

El yelmo de la Salvación: El yelmo era la estructura que cubría la cabeza y el cerebro. Es la aceptación en nuestra mente de la verdadera doctrina de Dios. El reconocimiento de nuestra condición, nos llevó un día a la salvación, nuestros ojos vieron la luz, dejando atrás la ceguera espiritual que nos ataba, nuestros oídos fueron abiertos al llamamiento de Dios, limpiando las mentes infectadas por el pecado.  Ahora podemos ver, escuchar y pensar con claridad al enfrentar al enemigo. Esto me ayudará a definir seguramente mi posición, mi condición y mi identidad (Rom. 12: 2) Si yo no estoy seguro de mi salvación, entonces estaré participando en esta guerra con un casco frágil.

La espada del Espíritu: El arma ofensiva del soldado griego en la infantería era la espada. Para nosotros esta espada está identificada como la palabra de Dios.

(Heb. 4: 12) Pablo refuerza la importancia de la palabra como instrumento ofensivo para ser utilizado en el frente del enemigo. Hablando en nombre de Jesús y decir en voz alta las escrituras repelando los continuos ataques. Cuando enfrentamos al reino de las tinieblas, debemos usarla en toda su potencia y despoblar sus territorios.

(1 Cor. 1: 18). La espada es un arma que sirve tanto para la ofensiva como para la defensa. Esto resalta su importancia. A muchos soldados le era de utensilio durante las largas batallas fuera de casa, para alimentarse, cazar, etc. Esto nos lleva a una gran lección, que aunque nuestro Padre celestial nos provee alimento a través de su palabra, tenemos que utilizarla y profundizar  con  ella  en    nuestras  vidas y  así  poder  alcanzar  el alimento que va a forjarnos y convertirnos en esos hombres y mujeres de Dios.

Para este enfrentamiento contra huestes espirituales de maldad la oración es un arma imprescindible. Jesucristo venció sobre estas potestades y las exhibió públicamente en la cruz del Calvario. Allí ganó para nosotros la salvación y nos revistió de autoridad, colocándonos en su reino. El enemigo está asechando y nota en que lugares estamos débiles y es precisamente allí donde nos ataca. Todo este armamento es de suma importancia para resistir los días malos en los cuales se nos alienta a mantenernos firmes, a resistir los embates del enemigo manteniendo nuestra posición. Por eso la oración no debe faltar. Ante un enemigo tan vil y traicionero, necesitamos la dirección de Dios y la unidad entre los hermanos. Juntos formamos el cuerpo de Cristo,  más poderosos,  y con las fuerzas de uno se cubren las debilidades de otros. Esa es la función de la Iglesia. Nuestra misión aquí en la tierra es compartir el evangelio con aquellos que viven esclavizados en el pecar. Estamos viviendo tiempos donde la Iglesia vive alimentándose de la palabra predicada en los pulpitos, engordando espiritualmente, y que de aquello que mueren por falta de alimento, aquellos que nunca escucharon de esta verdad, el compañero de clases que nunca le hablaste, el jefe en el trabajo, el vecino, el cartero, o tu doctor.  Hermanos es mi deseo llevarlos a reflexionar, y ver la gran NECESIDAD DE UN AVIVAMIENTO, ser un hijo de Dios no es solo una bendición, es una responsabilidad con este mundo. Amen.

“Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Ef. 5: 14)

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