EL ESTABLECIMIENTO DEL MONTE
DE LA CASA DE DIOS
Alex Figueroa
Acontecerá en los postreros tiempos que el monte
de la casa de Jehová, será establecido por
cabecera de montes, y más alto que los collados,
y correrán a él los pueblos.
-Miqueas 4:1
No existe un cumplimiento literal de esta profecía en los archivos bíblicos, ni tampoco consta en los anales de la historia secular. Por lo tanto una opción aparente sería un cumplimiento futuro, pero dicha opción se desvanece bajo la lupa espiritual que revela la unidad bíblica que existe en las enseñanzas de Jesucristo y los apóstoles acerca del reino de Dios.
La noción de un reino terrenal ha sido parte de las herejías que trataron de llevar a la iglesia en los primeros siglos por un camino equivocado y lleno de contradicciones.
Quien lea las enseñanzas de Jesús acerca del establecimiento de su reino en la tierra sin estar afectado por una predisposición doctrinal no podrá llegar a la conclusión que Jesús planeaba implantar un reino literal. El lector sin prejuicios siempre será llevado a la revelación que cuando Cristo enseñaba acerca del reino siempre lo hizo en un tono espiritualizado. Su reino era, según sus palabras, un reino ya presente, no de este mundo, un reino con logros espirituales y conquistas interiormente. Por lo tanto, lo que el Maestro buscaba no era sentarse en un trono de oro sino legislar desde el corazón de sus súbditos con amor, gracia y justicia.
LOS POSTREROS TIEMPOS
La frase, “los postreros tiempos” es la piedra que es la causa de que muchos tropiecen en entender cuando es el cumplimiento de la profecía de Miqueas. Así como el profeta Isaías lo declara en su profecía en el capítulo dos de su libro profético, Miqueas está unido en esta declaración tan importante.
La profecía es de gran importancia por causa del contenido de lo que promete. Una meditación de su contenido hará que el lector llegue a la conclusión de algo verdaderamente asombroso.
¿En algún otro lugar existen promesas de esta índole para un mundo sufrido, golpeado y desesperanzado? Solo en la Biblia encontramos este tipo de ofrecimiento.
¡BENDITA ES LA PALABRA DE DIOS!
Los postreros tiempos son señalados repetidamente en las Sagradas Escrituras, y no se refieren necesariamente al fin del mundo. El apóstol Pedro nos habla de la obra redentora de Jesucristo, diciendo que fuimos redimidos no con oro ni con plata, sino con la sangre preciosa de Cristo.
“MANISFESTADO EN LOS POSTREROS TIEMPOS POR AMOR DE VOSOTROS”. 1 Pedro 1:18-20.
El escritor del libro de los Hebreos, nos dice, que “EN ESTOS POSTREROS DIAS NOS HA HABLADO POR MEDIO DE SU HIJO” (Hebreos 1:1). El apóstol Pablo usa las mismas palabras en varias citas en sus epístolas.
De acuerdo al apóstol de los gentiles, Jesucristo se ofreció a sí mismo en los postreros días.
¿Cuál es a la conclusión a la que llegamos? Que los postreros días comenzaron con la primera venida de Jesucristo. DESDE ESE TIEMPO ESTAMOS VIVIENDO LOS DÍAS POSTREROS.
La profecía de Miqueas se cumple con la venida a este mundo del Verbo encarnado, Jesucristo de Nazaret, el Hijo de Dios.
EL ESTABLECIMIENTO DEL MONTE
El rey Nabucodonosor lo vio en el sueño que no entendió. Fue necesario traer a Daniel para que le interpretara aquel sueño que lo había estremecido y perturbado sobremanera: El sueño era la visión de una imagen con cabeza de oro, el pecho y brazos de plata, su vientre y sus muslos de bronce y sus piernas de bronce, con sus pies y dedos de hierro mezclado con barro cocido. Pero el sueño tenía una segunda parte, y fue cuando el sueño revelaba a una piedra no cortada con mano de hombre, la piedra golpeó la imagen, y la piedra se convirtió EN UN MONTE QUE LLENO LA TIERRA.
Dios estaba dando una revelación del establecimiento de su reino en la tierra. Aquella piedra era CRISTO. El monte fue lo
extenso y alto de su reino y como alcanzaría los últimos confines de la tierra. TODO ESTO SE LLEVO A CABO EN EL TIEMPO DEL IMPERIO ROMANO, SIMBOLIZADO POR LOS DIEZ DEDOS DE LA IMAGEN.
Por causa del espacio no es posible entrar en la explicación profunda de esta profecía de Daniel. Pero apunto al lector hacia la realidad del establecimiento de ese monte. EL UNICO MONTE QUE DIOS HA ESTABLECIDO ES EL MONTE DE LA VERDAD DE SU REINO.
Con un pensamiento práctico digo, que: Cristo estableció algo. ¿Ha establecido Cristo algo en su vida, estimado lector? ¿Ha establecido Jesús su reino en su corazón? Vivimos en un mundo con sensación de una tembladera. Una tembladera se refiere a un terreno pantanoso que traga a sus víctimas. ¡Que bueno y satisfactorio es saber que hay algo dentro de nuestro corazón que está establecido. Nadie lo puede mover. Nada lo puede mover. Las situaciones económicas y financieras no lo pueden mover, tampoco los problemas de la vida, ni aún la pérdida de la salud.
EL MONTE ESTABLECIDO COMO CABECERA
Este monte de Dios está establecido por encima de los montes religiosos de los hombres. Existen montes musulmanes, montes budistas, montes católicos, montes protestantes, montes hindúes y paganos, y hasta montes con apariencia de cristianismo, como son los montes de los testigos de Jehová, los montes mormones, los montes adventistas y los montes clasificados como montes evangélicos. PERO DIOS HA ESTABLECIDO UN SOLO MONTE. Ese monte es el más elevado y está establecido como la cabecera.
Existen también montes ideológicos, socialistas y políticos. Pero ninguno de los montes mencionados pueden producir lo que el MONTE DE LA CASA DE JEHOVA PRODUCE EN LA VIDA DE LOS QUE ALLI VIVEN.
En este monte sus habitantes tienen corazones nuevos, poseen un nuevo espíritu y actitud. Ya no viven para lo que antes vivían. Ahora viven para algo MUY ALTO Y SUBLIME.
La experiencia de estar en este monte es algo estable. Tal es así que los hombres, cansados de tantas inestabilidad e inseguridad en sus vidas, CORRERAN A EL.
Eso nos habla de URGENCIA. Los pueblos correrán a él, dice Miqueas. Anglosajones, asiáticos, latinoamericanos, negros, mestizos, indígenas, todo aquel que tiene una revelación de este bendito monte, correrá a El.
Somos exhortados a subir al monte de Dios. Este monte no está en el valle de la confusión y el pecado. Su posición es alta.
Dijo Juan en la visión apocalíptica: “Y ME LLEVO EN EL ESPIRITU A UN MONTE GRANDE Y ALTO…..Y ME MOSTRO LA DESPOSADA, LA ESPOSA DEL CORDERO”.
Vale la pena subir. Para subir hay que estar dispuesto a hacer un esfuerzo. Cualquiera se desliza. PERO NO SUBE CUALQUIERA SIN PONER DE SU PARTE.
Primeramente TENEMOS QUE QUERER SUBIR.
También se nos dice que, ANDAREMOS Y APRENDEREMOS.
Podremos caminar con Dios porque estaremos de acuerdo con El. ¿Cómo pueden andar dos juntos si no están de acuerdo?
Caminar con el Salvador. ¡Que gloriosa e inexplicable realidad!
Cuando comenzamos a caminar con Dios también comenzamos a APRENDER. En el pecado todo lo conocimos mal o no totalmente bien. Tenemos que dejar que el Maestro nos enseñe como vivir, como hablar, como hacer nuestros negocios, como tratar al prójimo, como tratarnos a nosotros mismos. Aprendemos a ser honestos, a pagar nuestras deudas, a restituir lo dañado o robado. SOBRE TODO APRENDEMOS A PERDONAR Y AMAR COMO DIOS PERDONA Y AMA. Es así como podemos respirar el aire puro de ese oxígeno fino y santo que existe en el monte de Jehová. En ese monte se respira LIBERTAD. Libertad de complejos y los arrastres del pasado. No podemos vivir en ese monte si persistimos en cargar con el pasado y sus amarguras.
En ese monte HAY PAZ. Ya no es necesario pelear por nuestros derechos y por nuestra reputación. Lo que necesitamos es carácter y no la preocupación de una reputación. Jesús fue nuestro ejemplo en eso. Se hizo así mismo como sin reputación. Sin embargo era el HIJO DEL ALTISIMO.
¿Todavía tiene en sus manos la espada de la revancha y la venganza? En este monte, las espadas son convertidas en instrumentos productivos. Productivos para la sociedad, la familia y el pueblo de Dios.
Así como Dios tiene UN SOLO MONTE EL TAMBIEN TIENE UNA SOLA IGLESIA. No hay lugar para otro monte. No hay lugar para otra iglesia que no sea la que Cristo compró con su sangre. LA IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE.
LA NUEVA JERUSALEN DE DIOS.
Cuando subimos a este monte es porque hemos dejado atrás los otros montes.
La voz de Dios sigue insistiendo hoy, diciendo: SALID DE EN MEDIO DE ELLOS, PUEBLO MIO. Su voz puede oírse, llamando A QUE SUBAMOS A SU MONTE, PARA ANDAR CON EL, PARA APRENDER DE EL, PARA TENER PAZ. Amén.