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Posted in 2 - Abril-Junio, 2010 | Tagged | Leave a comment

Editorial

La bendición del Altísimo descanse sobre los padres y madres que luchan por el bien de sus hijos, tanto material como espiritualmente.

Si alguien merece una condecoración son estos seres paternales y maternales, quienes los siete días de la semana luchan con mucho esfuerzo para que sus hijos no vivan vidas fracasadas. La lucha es cuesta arriba. Suena como una exageración, pero el descanso no parece ser parte del programa de estos padres y estas madres.

Hoy los felicito muy sinceramente. Ustedes son, verdaderamente, héroes en nuestra sociedad. Los que no son padres o madres no pueden entender lo que realmente se siente en esta lucha que no ofrece tregua.

Y ahí, precisamente, es donde está el impacto de ser un padre o una madre, tratar con los sentimientos. Los padres y las madres sufren lo indecible por hacer ver a los hijos incomprensibles, el por qué de las leyes y las limitaciones.

Estos padres y madres sufren la incomprensión y el poco  agradecimiento de sus hijos. Después de trabajar una gran parte del día, el trabajo en la casa es agobiante.

Cocinar, planchar, lavar, ayudar a sus hijos con las tareas escolares, limpiar, hacer la función de juez,  consejero y director no es premiado debidamente. Si reciben una tarjeta de felicitación en el día de los padres o en el día de las madres, es algo especial para algunos de ellos. No esperen mucha alabanza. PERO VALE LA PENA.

En otra nota, digo que los padres no pueden vivir para sus hijos. El desencanto de asumir esta posición los dejará heridos y desalentados.

Un día los hijos abandonarán el hogar. Eso es parte del ciclo de la vida. Es algo justo y de esperarse. Ellos escogerán su pareja. Los padres pasarán a un segundo plano, y quizás hasta un tercero o cuarto en la escala de la importancia.

Sin embargo, insisto en que hay una excepción. La excepción es la del hijo o hija que ha tenido un encuentro con Dios. Estos seres redimidos honrarán siempre a quienes el Señor usó como instrumentos para introducirlos en el mundo.

Hay padres y madres que son merecedores de diferentes grados de honra. Se honra a quien lo merece. La honra no es un regalo, hay que ganarla.

Mientras que hay padres y madres que solo se preocupan por la parte material de sus hijos, existe otro tipo de padre y madre, me refiero a los que velan por el alma de sus hijos. El tipo de padre y madre que dobla sus rodillas ante el Señor, clamando por sus hijos de la forma que lo hacía Job.  (Job 1:4-5). Es también el tipo de padre y madre que toma tiempo para hablar con sus hijos, y que muestra un verdadero interés pos las asociaciones que  sus hijos mantienen. Estos padres y madres no buscan ganar en una competencia de popularidad. Lo que ellos tienen en mente es cumplir la misión que Dios les ha encomendado.

Instruye el niño en su carrera, y cuando fuera viejo no se apartará de él”.

“Castiga a tu hijo mientras haya esperanza”.

“La vara de corrección apartará al muchacho de la necedad”.

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El Tabernáculo

Siempre hay lecciones que podemos aprender de los tipos y anti-tipos revelados en las Sagradas Escrituras.

No es diferente con la edificación del tabernáculo que, bajo la dirección de Jehová, Moisés levantó en el desierto.

Dios lo llamó el TABERNACULO DE REUNION.

LA NECESIDAD

El Señor Jehová lo vio como una necesidad. Este tabernáculo (una casa de campaña, compuesta de pieles y madera movible) serviría como un lugar donde Dios se reuniría con su pueblo. Es importante hacer nota acerca de que el pueblo no entraría a adorar. Solo los levitas (miembros de la tribu de Leví) consagrados para la labor sacerdotal podrían tratar con el asunto del tabernáculo. El tabernáculo es un símbolo de la obra redentora de Jesucristo. Todo en él, representa algo de la gloria del Hijo de Dios. Pero también el tabernáculo es símbolo de nuestra relación con Dios, y el plan celestial que nos une a Él.

Para Israel, el tabernáculo significaba que Dios estaba con ellos. Cristo es visto como el tabernáculo de Dios con los hombres (Juan 1:14). También lo es la iglesia del Nuevo Testamento (Apoc. 21:1-3).

La ley fue dada para condenación. El tabernáculo, para redención. Mientras que la ley les daba conocimiento del pecado  y los acusaba, el tabernáculo los redimía diariamente, y los expiaba una vez al año.

Podemos decir que el tabernáculo era el lugar entre Dios y los hombres. Si los israelitas querían a Dios tenían que venir a El  por medio del tabernáculo.

NUESTRO TABERNACULO

Ya que la iglesia es llamada “el tabernáculo de Dios con los hombres”, me propongo compartir con el lector, lecciones aprendidas del tabernáculo revelado en el libro de Éxodo.

Hay cuatro verdades que resaltan acerca del tabernáculo:

EL TABERNACULO TENIA QUE SER LEVANTADO. “…harás levantar el tabernáculo”.  Si deseamos que Dios esté con nosotros, es necesario levantar un tabernáculo para su habitación.

En su discurso a los hermanos en Jerusalén, Pedro citó las palabras del  profeta Amós cuando hizo referencia a la reedificación del tabernáculo que David le levantó a Dios (Hechos 15:14-16). Este tabernáculo o tienda de pieles fue levantada por David. El tabernáculo de Moisés ya no existía. El arca del testimonio no tenía un lugar. David hizo un lugar para el arca.

Espiritualmente, esa lección es aplicada por el apóstol Pedro. En ese momento el apóstol hace énfasis que nosotros somos como el tabernáculo de David. Somos un tabernáculo de adoración ante  Dios.

No podemos ser cualquier tabernáculo. Tenemos que levantar uno que sea digno de Su Presencia.

Levantar implica esfuerzo. No podemos ser holgazanes en este asunto de nuestra alma y su relación el Creador.

La primera lección del tabernáculo es que TENEMOS QUE LEVANTAR NUESTRO TABERNACULO.

Jesús vino para redimir al hombre caído moral y espiritualmente, haciendo posible que,  por medio de su Espíritu El habite en nuestros corazón por la fe. “Es Jesucristo en nosotros, la esperanza de gloria”.

Es necesario entender que no es levantar algo por la simple razón de levantar. Tiene que existir la razón legítima. Y no digo “una razón legítima” porque solo hay una razón legítima, y ella es la de que Dios se digne en habitar en su santo agrado del tabernáculo que le hemos levantado.

Dios no acepta cualquier cosa, no importa cual sincera y  esforzadamente lo hayamos hecho. El Dios de Moisés es específico.

Este tabernáculo tiene que SER SANTO  y CONSAGRADO SOLO PARA EL. Nadie más tendrá una parte de ese tabernáculo. Ni la parte más pequeña. Todo será de El, por El y para El (Romanos 11:36).

EL TABERNACULO TENIA QUE SER ORDENADO. “y la pondrás en orden”.

Nunca se vio una sociedad tan desordenada. El desorden está de moda. Que el mundo tenga desorden es de esperarlo, pero no debe existir en aquellos que queremos levantar un tabernáculo para la Presencia de Dios. Pablo le recuerda a la iglesia de Dios en Tesalónica que tanto él como los que con él andaban no se habían comportado desordenadamente entre ellos (2 Tes. 3:7 y 11), y los reprenden por la forma desordenada en la que algunos de ellos se comportaban.

Debemos tener orden en nuestra vida. A Dios le agrada el orden.

Cuando Jesús multiplicó el pan y los peces separó la multitud en grupos de cincuenta. El Señor estableció el orden para el repartimiento de los alimentos. Dios puso en orden su creación.

“Y la tierra estaba desordenada y vacía” (Génesis 1:1-2). Pero el Espíritu de Dios se movió y ordenó todo lo creado hasta entontes.

La plaga del desorden ha hecho daño en los hogares. Tanto en los matrimonio como en la crianza de los hijos.

El desorden en la fuerza laboral ya es una epidemia. Los horarios no son respetados. Llegar tarde es una práctica laboral que cuesta cientos de millones anuales a las corporaciones. La holgazanería es algo que ha infectado a nuestra sociedad, especialmente a la niñez y la juventud.

Lo mismo se puede aplicar a la vida espiritual. El desorden en las prioridades de tener un tiempo de devoción diaria. Orar al comenzar el día y al terminarlo. Meditar en la lectura de la Biblia es para muchos algo que es bueno pero no imprescindible.

El desorden en la adoración y la alabanza en los templos religiosos del mundo está de moda. El movimiento carismático ha hecho una obra eficaz al cambiar el ritmo sagrado y santo que debe haber ante un Dios Sublime y Altísimo. “Hacedlo todo decentemente y con orden”, fue la exhortación del apóstol Pablo a la iglesia de Dios de Corinto.

Creyentes asisten a los templos en cualquier forma de vestir. Lo cual no lo harían si tuvieran que presentarse ante un magistrado terrenal.

Exhortamos al lector a entender que nuestro tabernáculo tiene que estar en orden. No es el orden que existe en un cementerio, sino el orden santo y sagrado de las cosas de Dios.

Pablo habla del orden del presbiterio. En 1 Corintios 12 y 14 él habla de ese orden, expresando palabras, como: “primeramente”, “después”, “luego” , “el espíritu de los profetas debe estar sujeto a los profeta”, “Dios ordenó el cuerpo”. , etc., etc.

Cada mueble en el tabernáculo estaba puesto en un lugar específico. Esto nos enseña que las buenas intenciones no son suficiente, hacer algo y decir: “Yo lo hago para la gloria de Dios” no es requerido ni lo apto. Es necesario hacerlo en el orden revelado en un patrón bíblico que emerge cuando escudriñamos las Sagradas Escrituras del Nuevo Testamento. Es el Nuevo Testamento el que regula este orden para la iglesia.

Hubo otra instrucció:.

EL TABERNACULO TENIA QUE SER UNGIDO.

“Y ungirás el tabernáculo”. Isaías hablo de cómo la unción de Dios destruye el yugo (Isa. 10:27).

La palabra unción se está usando para todo tipo de cosas extrañas.

En los movimientos carismáticos y pentecostales están abusando de la palabra unción. Cosas raras y extrañas son hechas en esos medios, y se lo atañan a la “unción”.

Es interesante y hasta causa risa lo que alguien hizo en un templo donde estas cosas ocurrían (yo conozco a tal persona), éste individuo que se cansó de ver que a tantas cosas le llamaban el producto de la unción, se paró y les dijo: “Aquí hay muchos ungidos, pero con aceite Goya”.

Le advierto al lector que esto no es para reírse. Millones de almas están abrigando una falsa esperanza por causa de una falsa unción. Esto es causa de que las almas se desvíen por un camino religioso. Ese camino no tiene salida en sí. Solo el evangelio puro y eterno nos puede librar de algo llamado incorrectamente “unción”.

La unción es importante porque expresa la Presencia del Espíritu Santo. El hombre herido en el camino fue restaurado por el Buen Samaritano, porque fue “ungido” con el vino y el aceite del Espíritu (Lucas 10:34).

El tabernáculo de Jesús fue ungido con el nardo puro  que María hecho sobre sus pies (Juan 12:3). En Mateo una mujer ungió la cabeza  del Señor (Mateo 26). Las palabras de Jesús en Marcos 14:8, fueron: “Esta ha hecho lo que podía, porque se ha anticipado para ungir mi cuerpo para mi sepultura”.

Ungimos a Jesús cuando derramos sobre El lo más precioso de nuestra vida. El desprecia las sobras que muchas veces hemos querido ofrecerle. Solo lo mejor es aceptable. Creo con convicción que ni lo mejor es lo que El quiere, sino LO QUE EL HA DEMANDADO.

En ocasiones podemos darle un regalo a un ser amado, que no es necesariamente lo que él o ella quisiera, pero es lo que nos gusta a nosotros. De la misma manera, no debemos ofrecerle a Dios lo que nosotros “creemos”, sino lo que El ya ha determinado.

En una ocasión el Señor reprendió fuertemente a Israel por lo que ellos le ofrecían, y les preguntó:   ¿“Por qué me ofrecéis lo que yo no les he mandado”?

La unción del tabernáculo estaba compuesta con una fórmula que el mismo Jehová había especificado. Ofrecer otra unción era un desafío y afrenta al carácter del Señor

Definitivamente que el tabernáculo de nuestra vida debe estar ungido por la UNCION DEL ESPIRITU. Leemos que el fruto de esa unción produce lo siguiente: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza….” (Gálatas 5:22-23). Si esto no lo tenemos somos como el metal que resuena  y el címbalo que retiñe (1 Corintios 13:1).

Esa es la evidencia que el Espíritu habita en nosotros. Esa es la evidencia que hemos sido santificados y llenos del Espíritu Santo.

Ese es el tipo de unción que necesita nuestro tabernáculo. La vida de Jesús abundaba en estas virtudes. Nosotros no podemos aspirar a lo que no es genuino y conformarnos con ello porque nos sentimos bien. Nosotros no buscamos nuestro bien, sino el agradar a Dios con lo que El ya ha prescrito.

Cuando el tabernáculo de nuestra vida ha sido levantado, ordenado y ungido, entonces veremos la realidad de la cuarta lección:

EL TABERNACULO FUE LLENO CON LA GLORIA DE DIOS.

“y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo”.

Esa es la respuesta de Dios cuando hacemos las cosas de acuerdo al patrón. Dios le dijo a Moisés, y el escritor de Hebreos lo cita así:

“Mira, haz todas las cosas de acuerdo al modelo” (Hebreos 8:5b).

La gloria del Padre es lo más sublime a lo que podemos aspirar en esta vida, porque esa gloria es la manifestación del placer divino.

El agrado de Dios se hace palpable con nuestro espíritu.

No es algo pasajero y simplemente emocional. Va más allá de los sentimientos. Es la convicción de una realidad innegable que trasciende todo lo conocido con los sentidos de la carne.

Es más que una alegría o un sentir emotivo. Es temor santo y gozo inefable unidos en un abrazo de procedencia celestial. Es humillación y exaltación,  abrazados de una manera inseparable. Es una revelación terrible y la misma vez,  gloriosa.

Y no puede ser producido por nosotros, SINO UNICAMENTE POR EL. Él quien es el habitante eterno del tabernáculo.

Esa gloria nos liberta de nuestros temores y complejos. Hay temores normales y temores anormales. La gloria nos libra de los temores anormales. Esa gloria desvanece el orgullo y también la cobardía. Esa gloria acaba con la necesidad del reconocimiento de los demás, porque nos asegura con la seguridad del reconocimiento de Dios. Esa gloria hecha fuera los complejos, porque nos llena de la realidad de lo que verdaderamente es valiosa. Con esa gloria podemos perdonar,  porque ella nos muestra nuestras propias faltas y equivocaciones. Esa gloria produce una quietud de espíritu y una paz que pasa todo entendimiento.

Oh, ¡cuánto necesitamos de esa gloria en nuestro tabernáculo!

Invito al lector a ir en busca de las instrucciones divinas, para que así  podamos edificar un tabernáculo digno de la gloria de Dios.

Hay tantas cosas a las cuales se les llama el producto de la gloria de Dios. No nos conformemos con imitaciones. Hoy vivimos en los tiempos de las imitaciones. La imitación del azúcar, la imitación de la sal, la imitación de los sabores. Se les llama “substitutos”.

Los substitutos nunca son como lo genuino. Y lo que concierne a los asuntos del alma,  solo debemos desear lo que es genuino. Lo genuino es lo que procede del trono de Dios.

Si tantos tienen la gloria verdadera, ¿por qué existe tanta inquietud? Es por causa del substituto. Hoy hay escasez de esta verdadera gloria. Estimado lector, si usted está interesado en la verdadera gloria de Dios, no la detenga conformándose con la gloria pasajera de la religiosidad.

Levantemos, pues, un verdadero tabernáculo, ordenémoslo, unjámoslo y EL RESTO LO HARA DIOS.  Amén.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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¿Sabía Usted que……?

A los dirigentes de la revista El Atalaya se les está acabando el tiempo. Ya no pueden explicar honestamente como es  que,  si en el año 1935 se terminaron de sellar a los 14,000 (que según ellos son los verdaderos  testigos de Jehová) que irán al cielo, todavía hay miles de estos creyentes engañados que se llaman así mismos “testigos de Jehová”.

El reloj sigue caminando…. Tic-tac, tic-tac, tic-tac….

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El programa está preparado y en moción. Solo es un asunto de tiempo. Las naciones irán  perdiendo su identidad nacional, para transformarse en una confederación global.

Las recientes declaraciones del presidente americano Obama revelan cual es la intención. Es una manera de tener un control férreo sobre cada decisión social y económica en el futuro. Las leyes de esta globalización serán influenciadas por la creencia de la interespiritualidad, la cual emular la idea de solo respetar las religiones de otros, sino la de practicarlas todas a la vez.

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La  cadena de televisión TBN y ENLACE  sigue saturada de la dañable doctrina de la Nueva Era. Esta creencia que se ha propagado entre los religiosos modernos, ha encontrado su aceptación entre las filas de numerosos creyentes clasificados como cristianos. Esta doctrina es muy sutil y ha hecho su aparición encubiertamente. El énfasis está en la búsqueda de una aceptación religiosa. La verdad no es parte de su misión. Y la verdad es lo que nos hace libres. El énfasis está en lo que ellos llaman “adoración”. Pero Cristo nos enseñó que la verdadera adoración es aquella que se realiza en Espíritu y en verdad. Ese es el verdadero adorador que Dios busca. TBN y Enlace le llena los ojos y los oídos a sus televidentes con la “acción” de un tipo de adoración extraña ante el patrón neo testamentario.

De acuerdo a su bombardeo continuo, todas las bendiciones de Dios descansa en las regalos y ofrendas que se le ofrecen a Jesucristo. Ellos le llaman a esta creencia, “sembrar la semilla”. Esto es un concepto tergiversado de las Sagradas Escrituras. Una cosa es cierto, y le damos el crédito de ser profesionales en el entretenimiento.

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La sociedad corrupta en la que vivimos está cambiando conceptos, expresiones y palabras. Por ejemplo al comportamiento y a la práctica del homosexualismo, hoy se le llama  un “estilo de vida alternado”. A los inmorales se les clasifica como “libre de valores”; y a los que batallan contra los valores cristianos se les señala como “los seguidores de la doctrina justa”. El alcohólico no es un transgresor sino, según ellos, un enfermo,  lo mismo que el asesino o el desviado sexual.

De  acuerdo a esta opinión, el mundo no necesita un Salvador, sino un psiquiatra.

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El hombre cuyo espíritu no tiene rienda es como una ciudad derribada y sin muro.  –Proverbios 25:28

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Un Tributo


Este tributo lo dedico a la memoria de mis queridos padres. Pero no lo hago desde el punto de vista de ellos como tales, sino por su abnegado servicio en el Reino de Dios hasta el día de su partida.

Como hijo puedo expresar cosas muy bellas acerca de estos padres que fueron Cándido María Figueroa (quienes todos recuerdan como el hermano Antonio Figueroa), y la hermana Eusebia Irene Vigoa de Figueroa  (recordada como ha hermana Irene). Hago un esfuerzo para no introducirme en la parte sentimental y familiar. Lo que ellos significaron para mí, y sin duda para mi hermana Anna, pastora de la congregación de la Iglesia de Dios en Tampa, Floridano es fácil explicar.  La hermana Anna ha pastoreado la congregación en Tampa, desde la jubilación de nuestro padre, quien por causa del deterioro de su salud se vio en necesidad de entregar su pastorado.  Pero, aún así, se mantuvo activo, predicando en Tampa y cuando nos visitaba en Miami.  Era su gozo pararse detrás del púlpito sagrado para predicar la Palabra de Dios

Los hermanos Figueroa vinieron de Cuba, trayéndonos a  nosotros, sus dos hijos, en el año 1962. La razón de su salida de Cuba fue la de comenzar a trabajar en la ciudad de Tampa, para levantar una congregación de la iglesia de Dios. Phyllis V. Griffin, quien fuera misionera en Cuba por varios años, fue el medio usado para que mis padres fueran reclamados y pudieran salir de Cuba.

Fueron años difíciles para este matrimonio, todavía jóvenes y con dos hijos en un país extranjero. En esos años no existía una población cubana tan extensa como hoy lo hay en Tampa. Estos fueron años de trabajo arduo y muchas privaciones de comodidades y beneficios materiales.

Nuestro padre fue un pastor ejemplar en todo el sentido de la palabra. Su consagración al trabajo pastoral y al alcance de las almas perdidas siempre ha sido un desafío en mi vida. Un hombre sencillo, sin una educación especial, pero lo que le faltaba en conocimientos escolásticos le sobraba en el amor por las almas y el amor por el mensaje de la sana doctrina.

Pocos fueron los lugares a los que llegó que no causara una grata impresión. Pocas fueron las personas que lo llegaron a conocer que no los ganara con su sonrisa, su agudo sentido del humor, pero a la vez  haciendo insistencia en la necesidad de ser salvos. Aún en las tiendas, no sabiendo el idioma inglés, lo confundían como uno de los supervisores o jefes de las mismas.

Un hombre pulcro en su presencia personal. Siempre me decía: “Hijo, nosotros representamos la Iglesia de Dios”. De él aprendí el comportamiento de un esposo y la abnegación de un padre. De mi padre y mi madre aprendí el orden de un hogar, el valor de la familia, y la consagración a la causa de Jesucristo. Mi madre fue una gran cocinera (pienso que cada hijo tiene el derecho de decir lo mismo de su madre), ella me enseñó a tratar con la cocina, de ella aprendí las primeras lecciones culinarias, y desde una temprana edad me atrajo la idea de cocinar, lo cual mantengo todavía a la edad de 64 años.

Nuestra madre tenía un don espiritual en el trabajo de la enseñanza de los niños. Ha sido la mejor maestra de niños que jamás he visto. En nuestra congregación en Miami, tenemos hermanos adultos que todavía recuerdan sus clases de La Escuela Bíblica de Verano. En ocasiones nos visitó para dirigir esos tiempos de enseñanza. Los niños eran su pasión. Su don era tan peculiar que, hasta los mayores eran cautivados en su atención al oírla y verla como mostraba las verdades del evangelio de aquella manera tan atrayente. Algo que no quiero dejar fuera fue la habilidad espiritual de mi madre de poder ver en una persona más que lo que los ojos humanos ven. Tenía discernimiento. En ocasiones, recuerdo decirle a mi padre: “Antonio, esa persona………”. Una mujer no muy expresiva con palabras, pero con un corazón ejemplar.

Algo que distinguía a nuestros padres era su don de hospitalidad. Visitar la casa de ellos era un oasis para los hermanos. Raro era el día cuando alguien no pasaba con algún cariño o simplemente para saludarlos. Ese don de hospitalidad es uno de los requisitos en el ministerio. Y ellos lo practicaron de una manera ejemplar.

Nuestro padre no era un predicador de grandes profundidades proféticas, pero su exposición del evangelio trajo a muchos a los pies de Jesucristo. El Espíritu de Dios lo usaba grandemente en transmitir el mensaje del evangelio. Los oyentes se sentían atraídos por su forma de predicar a Cristo. El se sentía atraído hacia los jóvenes, le gustaba pasar tiempo con ellos, y algunos con cariño lo llamaban “Figue”.

Recuerdo los muchos  consejos de mis padres. Me dijeron cosas que yo no entendía. Después lo entendí. Yo no veía lo que ellos a su edad y con su experiencia podían ver.

Casi toda la población de Tampa, especialmente en la zona de Ybor City en Tampa conocía de Antonio Figueroa. En su funeral pudimos ver el desfile de personas, que aunque no eran  parte de la congregación, vinieron a rendir sus respetos a aquel Tampeño Cubano que vivió para servir a Dios y a su prójimo.

Su ministerio lo llevó a  viajar a Guatemala con el propósito de alcanzar a ese país con el mensaje de la iglesia de Dios, donde hay frutos todavía de ese esfuerzo. Los pastores americanos que no podían entender el español se sentían atraídos hacia aquel pastor cubano que, aunque no hablaba el idioma inglés, comunicaba su pasión y buen ánimo con una sonrisa lista en sus labios. Era su costumbre llevar caramelos de menta en sus bolsillos, y en ocasiones sorprendía a algunos ofreciéndoles uno de ellos, a veces hasta la envoltura la quitaba.

Han pasado muchos años desde su partida. Hoy los recuerdo con mucha admiración por su dedicación y su ejemplo. No vivieron para ellos. Vivieron para servir a Dios. No creo posible que pudiéramos haber tenido mejores padres. Nadie es perfecto como padre o como madre, yo estoy lejos de serlo, pero puedo decir que dieron todo lo que tuvieron  para la gloria de Dios.

Añado a continuación el sentir de la hermana Carol Figueroa, mi esposa de 44 años desde la perspectiva de una extraña que llegó a ser parte de la familia Figueroa.

No fui criada con la figura de un padre en mi niñez, por lo tanto lo que ví en “papi” como así lo llamaba cariñosamente, fue lo que yo conocía que la Palabra de Dios dice. En todo tiempo lo vi en control de su hogar, pero con compasión y amor. Eso me desafió mucho. Pude entender que esposos pueden estar en desacuerdo y a la misma vez amarse. Papi y mami pasaron por muchas circunstancias duras, pero siempre sirvieron a Dios con una misma mente y un mismo corazón.

Pero lo que más que me emociona es como ellos pudieron rendir a sus hijos al Señor sin ninguna reserva. Especialmente al darme a su hijo con quien contraje matrimonio. Yo soy americana de nacimiento. Yo vine a la familia Figueroa con una cultura diferente a la de ellos, un idioma diferente,  sin embargo me recibieron, no para querer cambiarme, sino para aceptarme en la familia.

Ellos tuvieron sabiduría de Dios para dejarme a mí ser yo. Consiguiendo con eso enriquecer la vida de su hijo en el futuro. Ellos buscaron la dirección de Dios no solo para guiar su congregación y a otros, sino para dejarle legado a sus hijos?

Su ejemplo como abuelos a sus nietas alcanza hasta el día presente. Nuestras hijas ya son madres, pero tienen viva las memorias de las lecciones aprendidas de sus abuelos. Ellas vieron lo que significa verdaderamente darse totalmente a Dios.

Mucho puedo añadir, pero al recordarlos a ambos, puedo decir  que fueron un ejemplo vivo en el mundo en el cual vivieron.

Un matrimonio, servidores de Jesucristo y su Iglesia son dignos de ser recordados con admiración y honra. Nos dejaron lo que es un verdadero legado.  Amén.


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ESQUINA JUVENIL

Colosenses 3: 20 “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.”

Al observar a nuestros alrededores podemos ver la triste condición en que vive la juventud de hoy y el estado de decadencia en que ésta se encuentra. Muchos son los que a través de libros y programas educativos han tratado de brindar una solución  a esta gran realidad que cada día deteriora mas a los niños, adolecentes y jóvenes. Han tratado de hallar la respuesta en diferentes medios humanos, olvidándose completamente de Dios, el creador de esta humanidad fundada en valores y principios que solo pueden ser alcanzados por medio de sus enseñanzas.

Lo que Dios espera de nosotros como jóvenes cristianos se basa firmemente en los principios Bíblicos, es mi deseo a través de este medio, compartir este principio, el cual se pasa por alto y se menosprecia en esta sociedad, pero que debemos practicar continuamente como hijos de Dios. Es el principio de HONRAR A NUESTROS PADRES.

¿Qué significa honrar a nuestros padres?

La palabra griega para Honor, significa venerar, apreciar y valorar. Honor es darles ese respeto, no solo por merito, sino también por rango; por ejemplo, algunos pueden no estar de acuerdo con las decisiones de las autoridades, pero aun así les debemos respeto por la posición que representan. Similarmente los hijos debemos honrar a nuestros padres, sin importar sin son “merecedores” del honor o no. Dios nos exhorta a que honremos a nuestros padres. Él lo valora lo suficiente como para incluirlo dentro de los diez mandamientos, en Éxodo 20:12 dice: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”

¿Es un requisito que los padres sean dignos de honra para honrarlos? NO; si leemos cuidosamente este pasaje podemos apreciar que el mandamiento de honrar a los padres no hace ninguna excepción para los hijos cuyos padres quizás no hayan sido el mejor ejemplo paternal. Sin dejar de mencionar que no todo los padres merecen el mismo grado de honra, no podemos honrar a todos de forma igual.

El apóstol Pablo en su carta a los efesios observa que este es el único mandamiento con promesa (…para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.) Efesios 6:2-3 La promesa nos brinda bienestar y larga vida, llegando a la conclusión de que la obediencia a este principio fundamental tendrá consecuencias directas en nuestra vida.

Salomón exhortaba a los hijos a respetar a sus padres. Proverbios 1:8; 13:1

Jesús, el mayor ejemplo de todos nos enseñó a honrar, a obedecer a nuestros padres, el se sometió a sus padres terrenales y a su padre celestial.

En Mateo 15:3-9 Jesús les recuerda a los fariseos el mandamiento de Dios, de honrar a nuestros padres, ellos estaban obedeciendo la letra de la ley, añadiendo sus propios conceptos y doctrinas de hombres que esencialmente la anulaban. Mientras que honraban a sus padres de palabra, sus hechos probaban el verdadero motivo de su corazón. Honrar es más que un servicio de labios, la palabra honor en este pasaje es un verbo y como tal, requiere elegir una acción correcta.

1Corintios 10:31 nos relata que todo lo que digamos o hagamos, debemos hacerlo para la gloria de Dios, debemos honrar a nuestros padres de la misma forma que nos esforzamos para darle la gloria a Dios, en nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Muchos vivimos en hogares cristianos, otros no, a pesar de esta diferencia, la palabra Honra no es alterada, mantiene el mismo significado y es nuestro deber como hijos efectuarla en la relación con nuestros padres.

Observemos ciertos conceptos que nos pueden ayudar a llevar esto a cabo,  Toda autoridad nace en Dios, la posición de los padres con sus responsabilidades es un cargo otorgado por Dios.

Es necesario honrarlos de corazón, con sumisión, respeto, lealtad, agradecimiento y mansedumbre. Sin estas cualidades será imposible encontrar a ese padre digno de honra.

Mientras que nos enfoquemos en las faltas de nuestros padres terrenales, nos será difícil darles ese lugar de honra, pero si nos enfocamos en Dios y su gloria, no habrá nada que nos impida hacerlo. El honor y la obediencia a ellos terminan siendo honor y obediencia a Dios.

En el periodo de la adolescencia hacia la juventud y a medida que vamos creciendo espiritualmente muchas preguntas empiezan a desarrollarse en nuestra mente, dentro de ellas algunas relacionadas con este aspecto, ¿Cómo puedo honrar a mis padres?, ¿Cómo llevarlo a cabo? Es necesario que entendamos que para tener una relación saludable con nuestros padres debemos poner varios factores en práctica:

Desarrolle la costumbre de expresar sus sentimientos de cariño, respeto, agradecimiento hacia ellos.

Comparta sus planes y futuras aspiraciones, no tan solo los planes semanales, si también los de años venideros, uno de los problemas más comunes en la relación de padre a hijo es la falta de comunicación.

Pida consejos, muéstrele que su opinión es importante para cualquier decisión en tu vida.

Valore el tiempo familiar y atesórelo, haga tiempo para ellos, si tiene que posponer planes, hágalo, llegará el tiempo en que recordará su vida como joven y deseará volver atrás y pasar un tiempo con sus padres.

El principio Bíblico  de honrar a los padres sigue vigente durante toda la vida, ciertamente que nuestras vidas cambian al pasar los años, de la niñez a la adolescencia y de la madurez a la vejez. Sin embargo a través de toda la vida hay diversas maneras de expresarles a nuestros padres el respeto y la honra.

El legado familiar ejerce una influencia profunda en nosotros. La familia de esta sociedad sin Dios ha menospreciado este principio, esta condición lo están heredando los hijos, los nietos y bisnietos de miles y miles en este mundo. Es nuestro deber como jóvenes cristianos, como Iglesia, en vivir de acuerdo a este fundamento declarado en la palabra de Dios, y así podremos darle a nuestra descendencia un legado de bendición. Amén.

POR: Juan Gonzalez



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Reflexiones

Reflexiones

Cuando Moisés nació había una orden de Faraón, que todo varón hebreo que naciese tenía que ser matado. Pero leemos en Exodo 2:2, y Hebreos 11:23 que por fe y por ser un bebé hermoso fue escondido por sus padres, no temiendo la orden de  Faraón.

¿Son nuestros hijos hermosos para nosotros?

¿Cuidaremos a nuestros hijos con fe, para que Dios los use en el futuro?

Si seguimos leyendo vemos la recompensa de Dios por la fe de esos padres. Dios, en su propósito eterno, preservó la vida de Moisés, pero más que eso, hizo posible que Moisés fuera educado y criado en su conocimiento. Esto lo vemos como milagrosamente por orden de la hija de Faraón, la propia madre de  Moisés fue quien lo crió, y tuvo suficiente tiempo para enseñarle el temor de Jehová.

¿Estamos aprovechando bien los primeros años de nuestros hijos, instruyéndolos en el conocimiento del Todopoderoso?

Podemos ver en Éxodo 2:11-13, la enseñanza que Moisés recibió de su madre. Esa enseñanza lo preparó para defender al pueblo afligido de Israel, y también lo ayudó a atesorar el privilegio de sufrir con el pueblo de Dios que gozar de los placeres pasajeros de Egipto.

Posted in 2 - Abril-Junio, 2010 | Tagged | Leave a comment