Editorial

La bendición del Altísimo descanse sobre los padres y madres que luchan por el bien de sus hijos, tanto material como espiritualmente.

Si alguien merece una condecoración son estos seres paternales y maternales, quienes los siete días de la semana luchan con mucho esfuerzo para que sus hijos no vivan vidas fracasadas. La lucha es cuesta arriba. Suena como una exageración, pero el descanso no parece ser parte del programa de estos padres y estas madres.

Hoy los felicito muy sinceramente. Ustedes son, verdaderamente, héroes en nuestra sociedad. Los que no son padres o madres no pueden entender lo que realmente se siente en esta lucha que no ofrece tregua.

Y ahí, precisamente, es donde está el impacto de ser un padre o una madre, tratar con los sentimientos. Los padres y las madres sufren lo indecible por hacer ver a los hijos incomprensibles, el por qué de las leyes y las limitaciones.

Estos padres y madres sufren la incomprensión y el poco  agradecimiento de sus hijos. Después de trabajar una gran parte del día, el trabajo en la casa es agobiante.

Cocinar, planchar, lavar, ayudar a sus hijos con las tareas escolares, limpiar, hacer la función de juez,  consejero y director no es premiado debidamente. Si reciben una tarjeta de felicitación en el día de los padres o en el día de las madres, es algo especial para algunos de ellos. No esperen mucha alabanza. PERO VALE LA PENA.

En otra nota, digo que los padres no pueden vivir para sus hijos. El desencanto de asumir esta posición los dejará heridos y desalentados.

Un día los hijos abandonarán el hogar. Eso es parte del ciclo de la vida. Es algo justo y de esperarse. Ellos escogerán su pareja. Los padres pasarán a un segundo plano, y quizás hasta un tercero o cuarto en la escala de la importancia.

Sin embargo, insisto en que hay una excepción. La excepción es la del hijo o hija que ha tenido un encuentro con Dios. Estos seres redimidos honrarán siempre a quienes el Señor usó como instrumentos para introducirlos en el mundo.

Hay padres y madres que son merecedores de diferentes grados de honra. Se honra a quien lo merece. La honra no es un regalo, hay que ganarla.

Mientras que hay padres y madres que solo se preocupan por la parte material de sus hijos, existe otro tipo de padre y madre, me refiero a los que velan por el alma de sus hijos. El tipo de padre y madre que dobla sus rodillas ante el Señor, clamando por sus hijos de la forma que lo hacía Job.  (Job 1:4-5). Es también el tipo de padre y madre que toma tiempo para hablar con sus hijos, y que muestra un verdadero interés pos las asociaciones que  sus hijos mantienen. Estos padres y madres no buscan ganar en una competencia de popularidad. Lo que ellos tienen en mente es cumplir la misión que Dios les ha encomendado.

Instruye el niño en su carrera, y cuando fuera viejo no se apartará de él”.

“Castiga a tu hijo mientras haya esperanza”.

“La vara de corrección apartará al muchacho de la necedad”.

This entry was posted in 2 - Abril-Junio, 2010 and tagged , . Bookmark the permalink.

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