DESTELLOS EN LA HISTORIA

DESTELLOS EN LA HISTORIA

William Tyndale

Es imposible dejar de pensar en lo bendecido que somos, al tener la palabra de Dios a nuestra disponibilidad, cuan grandes riquezas hayamos en ellas, alimento para el alma, llena de sabiduría inspirada por Dios, quien nos ha dado el entendimiento, abriendo nuestros ojos para que veamos, nuestros oídos, para que oigamos. Si es terrible leerla y no entenderla, cuanto más teniendo hambre de esta, y no poder leer su contenido. Imagínese vivir en una época donde no se le permitiese su lectura, ya que las únicas copias se encontraban en griego, latín y hebreo, solamente se podía escuchar la “interpretación” de la iglesia de Inglaterra que se encontraba bajo la autoridad papal de Roma. Un tiempo muy tenebroso para vivir, entonces, como una luz en medio de la tempestad, un hombre, William Tyndale, proveniente de Slymbridge, Inglaterra, surgió con una pasión por Dios y su palabra. Quería traducir las escrituras al idioma común y hacer que se imprimiera para que los campesinos y nobles por igual pudieran leer la palabra de Dios por ellos mismos.

Este deseo se intensifico durante una declaración que hizo a un clérigo, al refutar la opinión de que sólo el clero estaba capacitado para leer e interpretar correctamente las Escrituras. Tyndale dijo, “Si Dios guarda mi vida, con su ayuda, el chico que impulsa el arado llegara a saber más de las Escrituras que usted.” Poco después, viajó a Londres buscando un lugar para trabajar en su traducción. Cuando una puerta se le cerraba, Dios abría varias otras, proveyéndole un lugar de alojamiento. Tyndale abandonó Inglaterra para Alemania, ya que la Iglesia de Inglaterra se oponía firmemente a su trabajo de traducir la Biblia.

A pesar de la continua oposición, completó la traducción del nuevo testamento en 1525. Quince mil copias en seis ediciones, se introdujeron de contrabando en Inglaterra durante esos años. La Iglesia Católica trato de confiscar las copias, pero no pudieron detener el flujo de Biblias desde Alemania a Inglaterra. Él no podía regresar a su país porque era considerado como a un proscrito al mismo tiempo que su traducción había sido prohibida. Sin embargo, continuó trabajando en el extranjero, corrigiendo, revisando y emitiendo sus traducciones hasta la revisión final. Después de terminar el Nuevo Testamento, Tyndale había comenzado a trabajar en una traducción del hebreo del Antiguo Testamento, pero él no vivió lo suficiente para completar la tarea. En 1535 fue arrestado, encarcelado y condenado a muerte. Siendo estrangulado y quemado en la hoguera por herejía. Sus últimas palabras fueron: “Señor, ábrele los ojos al Rey de Inglaterra”. Su oración fue contestada, y en 1539 el Rey Enrique VIII, aprobó que la primera Biblia en ingles fuese distribuida entre los pueblos y que fuera leída por todos.

Después de tantas opresiones, siendo perseguido durante muchos años, llevado a la estaca por causa de revelar la verdad, nada de esto pudo interferir con el plan de Dios, y su palabra, una vez mas prevaleció toda adversidad. Dios siempre se encarga de levantar hombres como William Tyndale, y Martin Lutero en medio de la oscuridad, llenos de su Espíritu, fieles labradores, que no comprometieron su Fe, mas hicieron frente al maligno, para que hoy tu y yo podamos disfrutar de esta gran verdad, que no ha sido alterada, es pura, santa, divina, palabra inspirada por Dios.

La Biblia contiene la mente de Dios, el estado del hombre, el camino de salvación. La condenación de los pecadores y la felicidad del creyente. Su doctrina es santa, sus preceptos no son comprometidos, sus historias son verdades y sus decisiones son inmutables. Léala para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo. Contiene luz para guiarlo, alimento para sostenerlo y consuelo para alentarlo. Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y el itinerario del cristiano. Aquí se restablece el paraíso y las puertas del infierno son reveladas. “Cristo es su gran tema”, nuestro bien, su diseño, y la gloria de Dios su finalidad. Debe llenar la memoria, gobernar el corazón y guiar los pies. Léala atentamente, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer. Es dada en vida, será abierta en el juicio y recordada para siempre. Ella encierra la responsabilidad mas alta, recompensará la labor más grande y condenara a todos los que menosprecian su contenido. Amén. “Sacase la hierba, marchitase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.” –Isaías 40:8

This entry was posted in 2-Abril-Junio, 2012 and tagged . Bookmark the permalink.