La Sal De Sardis

Pastor Alex Figueroa

“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis……Yo

conozco tus obras, que tienes nombre de que

vives, y estás muerto.

Pero tienes unas pocas personas en Sardis

que no han manchado sus vestiduras…

El que venciere será vestido de vestiduras

blancas; y no borraré su nombre del libro

de la vida”. –Apocalipsis 3:4-5

Las Escritura ya citadas son una condensación de lo que Cristo le dice  a los creyentes de Sardis. Invito al lector a leer los versículos 1 al 6.  Hay una lección muy importante que todos podemos aprender de esta iglesia.

SU LOCALIDAD

Esta ciudad estaba situada en un valle llamado Hermus en Asia Menor. Situada entre dos ríos los cuales se unían y formaban un triángulo. En la base de este triángulo, cerca del monte Tomulo estaba localizada la ciudad y la iglesia de Sardis.

SU DESCRIPCION

Sardis era conocida como una de las ciudades más pagana e idólatra de toda Asia Menor. La historia muestra que Sardis había sido conquistada por un invasor llamado Croesus. Este individuo la fortificó y la hizo casi impenetrable. Hay una historia muy interesante acerca de la fortaleza de la ciudad, pero finalmente otro conquistador encontró su lugar débil.

La ciudad gozaba de la fama de su gimnasio-biblioteca, donde se llevaban a cabo deportes, baños al desnudo y un centro comercial.

A pesar de esta corrupta y decadente sociedad, los arqueólogos han encontrado evidencias contundentes de la existencia de una comunidad cristiana, lo cual ya está establecido por la carta que le fue enviada a esta congregación de la iglesia de Dios allí.

Los arqueólogos han descubierto tiendas y lugares de negocios que pertenecían a seguidores de Jesucristo. Esto lo pudieron verificar por las señales en las entradas de sus establecimientos, identificándose como creyentes del evangelio.

Esto muestra que en medio de una atmósfera no simpatizante con su fe, estos antiguos cristianos no se avergonzaron del Señor.

LA CONDICION REPROCHABLE

Aunque ellos dejaron un testimonio de haber servido al Cristo resucitado y se gloriaban en tener vida espiritual, algo comenzó a ocurrir: la iglesia en Sardis estaba muriendo en su corazón.   El  testimonio que habían tenido parecía desintegrarse. El fervor, la efectividad perseverante de su militancia estaba desvaneciéndose.

El Señor los confronta en esta carta de manera muy fuerte (Apoc. 3:1). Estaban muriéndose y parece que no se daban cuenta. “Tienes nombre de que vives, pero estás muerto”.

El Señor les reprocha su supervivencia. La iglesia no puede simplemente sobrevivir. Ella sobrevive por causa de su ofensiva contra las puertas del infierno. Sardis estaba perdiendo su sal, su sabor.

El Señor Jesús advirtió a sus seguidores acerca de este mal. Cuando la sal pierde su sabor, no sirve para nada (Mateo 5:13).

La sal era muy importante en aquellos tiempos. De esa palabra se proviene la palabra “salario”. Muchos preferían que se les pagara con sal, pues era considerada muy valiosa.

Las cualidades de la sal la hacían importante no solo por su sabor, sino por su eficiencia y eficacia en aguantar la corrupción de las carnes y otros productos. . También cuando era mezclada con el estiércol de animales el fuego era más fuerte y duradero.

Vosotros sois la sal de la tierra”, dijo el Señor. Tenemos que mezclarnos con el mundo sin ser de él. Esa es una lección que encontramos. La sal es efectiva. Los cristianos estamos en el mundo

PERO NO SOMOS DEL MUNDO (Juan 17:16).

Jesucristo se mezcló con la sociedad que lo rodeaba. “Cómo el Padre me envió. Así yo os envío” (Juan 20:21).

El evangelio encerrado entre cuatro paredes no toca nuestra sociedad. No podemos vivir con el miedo que exponernos  al  mundo  que nos  rodea  nos  infestará.    El pecado no se pega. No es como un catarro. El mundo necesita vernos como negociantes, como estudiantes, como seres que somos humanos. Cristo comió con pecadores y se reunió en comidas con los publicanos. Por ellos fue fuertemente criticado por los religiosos llamados “piadosos”. Sin embargo, Jesús tocó la vida de tantos cuando se mezcló. En esos casos es cuando más gloriosamente vemos la luz de Dios.

El no tuvo temor de acercarse o de entablar conversaciones con prostitutas y pecadores.

¿Qué pensarían llamados creyentes si ven a otro creyente hablar con una ramera en la esquina? Opino que su evaluación de lo que vio no fue algo positivo para el hermano. ¿Por qué estamos tan  cargados de perjuicios?  ¿Acaso el evangelio es únicamente para los que se sientan en los bancos  de nuestras reuniones?

La homosexualidad no se transmite, tampoco la inmoralidad de otros. Ellos necesitan que nosotros como sal, hagamos nuestra función. Solo seremos dañados SI PERDEMOS NUESTRA CALIDAD DE SAL, NUESTRO SABOR.

Sardis no mantuvo su sabor. Por causa de ello sus vestiduras se mancharon. Por causa de perder el sabor, su efectividad se hizo mínima, y finalmente la luz se apagó. La corrupción tomó el control.

Eso es lo mismo que ocurre con un pedazo de carne que es dejada a la intemperie sin ser salada. No pasará mucho tiempo cuando el mal olor de la putrefacción se hará insoportable y los gusanos aparecerán corrompiéndolo todo.

Muchos círculos familiares se han corrompido porque los que profesaban ser cristianos  perdieron su sabor. Ya no pudieron salar las situaciones que les rodeaban. Sus matrimonios se corrompieron, sus hijos también, y finalmente todo a su alrededor comenzó a apestar.

Perder el sabor de la  sal hará que nuestras vestiduras se manchen (ver 4). “En todo tiempo sean blancos tus vestidos…”, dice la Palabra. Cuando dejamos de velar manchamos nuestras ropas en cualquier momento, ya sea al comer o al caminar. Hay peligro en la auto-confianza.  La iglesia en Sardis se sentía tan confiada en sus logros y supuestas fortalezas, que dio lugar al descuido de lo más importante. Siguió los pasos de lo que había ocurrido anteriormente a la ciudad.

LA SOLUCION

En Apocalipsis 3:2, encontramos la solución para que no perdamos la efectividad de nuestra sal. “Se vigilante….” En la historia de Sardis había quedado una lección. Y fue qué Croesus el rey de Siria no había vigilado porque se sentía confiado, y fue sorprendido y conquistado por el rey Ciro de Persia.

No es una casualidad que Cristo le dice a Sardis, SE VIGILANTE.

No te confíes estimado lector. ¡SE VIGILANTE! Orad y velad, nos dijo el Señor en varias ocasiones.

¿Estás velando? ¿Tus alrededores tienen más influencia que tú?

¿Has examinado tus vestiduras últimamente?

¿Cuál es tu perspectiva? ¿Cuál es tu pasión? ¿Qué es lo que realmente valoras?¿COMO ESTA TU SABOR?

 

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