En Memoria

Abril 2, fue el día en el cual partió con el Señor, el querido hermano Victor Marrero, de la congregación de la Iglesia de Dios en Tampa, Florida que pastorea  la hermana Anna Figueroa.

El hermano Victor sirvió en esa congregación como un ministro local, y atendía otras responsabilidades en la misma. A la edad de aproximadamente 18 años sé entregó al Señor. Desde esa temprana edad sirvió a Dios sin nunca apartarse de la verdad que conoció.

Su esposa, la hermana Debbie, había sepultado a su querida madre, la hermana Eneida hacia solo unas semanas. La partida de su madre,  y ahora la de su esposo han sido momentos inexplicables de dolor para la hermana Debbie, su madre fue una hermana que gozó de un testimonio estable a través de los años.

Estoy convencido que ninguna de nuestras palabras pueden proveer la consolación y la fortaleza que son necesarias en estos momentos, pero confiamos que el Consolador quien es el Paracleto del  pueblo de Dios suplirá todo lo necesario para mitigar el dolor y llenar el espacio que ha quedado vacío.

Ahora,  suegra y yerno se encuentran unidos en un estado ausente de dolores y congojas, aunque sus amados los extrañan de una manera inexpresable.

Los hermanos Marrero no tuvieron hijos, pero su hogar fue un refugio para varias niñas que encontraron en él un refugio en sus necesidades infantiles y juveniles.

El hermano Victor todavía era joven cuando partió. Tenía   56    años de edad.

Estuvo luchando una dolorosa condición física por mucho tiempo, la cual se agravó en sus últimos meses.

Poseo recuerdos muy agradables y pintorescos del hermano Victor, pues en varias ocasiones me acompañó en viajes misioneros en el extranjero y a convenciones en EE.UU.

Su amor por la causa de Dios no es cuestionable. Deja detrás un testimonio de fidelidad  y consistencia en su servicio a Dios.

Su ausencia se dejará sentir en la congregación de Tampa, y muchos que lo conocimos más íntimamente siempre lo recordaremos con amor.

En el corto tiempo de su gravedad, tuve la oportunidad de comunicarme con él por medio del correo electrónico y por teléfono. Cuando se sentía fuerte me contestaba unas líneas en réplica a lo que yo compartía con él. Cuando más débil se sentía solamente,  me decía: “Gracias, hermano, eso significa mucho para mí”.

Sólo me queda decir que su  estado presente, así como el de su suegra, la hermana Enedia  es el que los hijos de Dios alrededor del mundo ansían al final. Bien dijo Pablo: “Estar con el Señor es mucho mejor”.   - Pastor Alex Figueroa

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