¡EL VIVE!

¡EL VIVE!

Alex Figueroa

“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”

-Lucas 23:5b

Porque no encontraron nada lo encontraron todo. Ese pudiera ser el sumario del significado de la resurrección del Señor. ¡Que fiasco si las mujeres hubieran hallado el cuerpo!  ¿Cómo sería nuestra existencia en este mundo? ¡Me horrorizo al pensarlo! Una cosa es cierta y es que, no viviríamos como lo hacemos hoy.

La resurrección lo cambió todo. En el momento cuando los atemorizados discípulos descubrieron el divino acontecimiento no tenían la mínima idea de los que esto significaba para toda la humanidad. Ellos no pensaron en el futuro, estaban demasiado ocupados tratando de entender el presente. ¡A pesar de una terrible crucificción Jesús VIVÍA.  ¡HABIA RESUCITADO!

Tan impactante e impresionante era aquel suceso que la primera impresión fue la de no creerlo.  Tuvieron que procesarlo y finalmente aceptarlo como una verdad explosiva. PARA SIEMPRE SERIAN TRANSFORMADOS.

Después de digerir aquella gloriosa realidad se dieron cuenta totalmente que HABIAN CAMINADO CON DIOS.

Ellos habían sido testigos de sanidades, milagros diversos, inclusive la resurrección de algunos cómo la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naím y Lázaro quien había sido su amigo. Pero todas estas manifestaciones no tocaron las sensibles fibras de estos hombres como lo hizo su resurrección personal.

LOS ARGUMENTOS EN CONTRA

Los enemigos de Jesucristo han tratado a través de la historia de desacreditar el hecho de las edades. Han tratado de usar una lógica contradictoria, la cual no vale la pena analizar en este espacio. En algunos casos han tirado por usar proposiciones menos creíbles que la propia resurrección. Esto ocurre cuando los hombres, en su afán por no querer admitir la verdad, recurren hasta lo ridículo.

El principal pensamiento argumentoso es simplemente que la resurrección no ocurrió. De acuerdo a ellos es algo falso y es una mentira. Algo inventado por sus seguidores. Las declaraciones de los evangelios muestran claramente que ni aún lo discípulos creían en la resurrección.

LA REALIDAD

Usted, estimado lector, ¿ha sabido de alguien que esté dispuesto a sufrir y a morir por lo que él o ella saben realmente que es falso?

Una persona puede morir por algo que equivocadamente crea que es verdad  siendo falso.   Pero  ¿quién  muere por algo que sabe que es una mentira? No tiene razón, ¿verdad? Esto es lo que ocurre con la resurrección.

Los seguidores de Jesús experimentaron el martirio. Murieron por lo que ellos sabían que era la verdad. No hubieran muerto por algo que ellos sabían que era un fiasco.

Algunos argumentan que los discípulos se habían robado el cuerpo y lo tenían escondido en algún lugar. Si esto hubiera ocurrido, ¿cree usted posible que ellos hubieran estado dispuestos a sufrir las peores torturas y la muerte misma si ellos sabían que Cristo no había resucitado verdaderamente?

La realidad es que hubo testigos. Muchos testigos. Jesús resucitado apareció a individuos, a un par de discípulos,  a un grupo  de diez, después al grupo de once, finalmente apareció a más de 500 seguidores. Pablo dice,  que (en el momento que él escribió la primera carta de los Corintios (1 Cor. 15:6) muchos de esos  500 hermanos todavía permanecían vivos).

¿Cómo eran posible que aproximadamente 50 años después de la resurrección, estos hombres estuvieran siguiendo una mentira o un rumor. Hubo testigos. Por eso estuvieron dispuestos a rendir sus vidas en adoración suprema.

La realidad es que ellos habían experimentado una transformación interna por causa de la extraordinaria verdad de la resurrección. Ellos lo sabían INTERIORMENTE.

La palabra de Dios declara que, “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. Romanos 10:9.

Cuando realmente se CREE  (FE ACTIVA) con el corazón la realidad del Señorío de Jesucristo  y su resurrección, la salvación del alma es llevada a cabo milagrosamente. Aclaro que no es la creencia intelectual, sino la del corazón. Creer en los  hechos históricos de la pasión y la resurrección del Señor no produce salvación. Por lo tanto el énfasis es hecho en CREER CON EL CORAZON. Si en realidad la persona cree con el corazón un cambio será evidente. El individuo que de esa manera cree, NACE DE NUEVO. La vida de antes pasa a la historia, y una nueva vida comienza, de la misma manera que el capullo de una flor rompe la dura costra de la tierra para embellecer sus alrededores.

La realidad presente hoy es la transformación experimentada por aquellos que siguen al Cordero de Dios.

Quien dice que cree, y sigue viviendo como vivía antes, delira con una mente vana y engañosa.

La realidad es que si Jesús no resucitó debemos sepultar nuestra fe cristiana. Si Él no vive no somos diferentes a decenas de miles de religiones creadas por los hombres. Nuestra fe es vana y vana es nuestra predicación (1 Corintios 15:14-16). También significaría que seguimos en el pecado y somos falsos testigos. Si no hubo resurrección  ¿qué hacemos orando y  leyendo la Biblia? ¿Si no hubo resurrección que hacemos yendo  a adorar? ¿En qué radica nuestra esperanza si Cristo no se levantó de los muertos? Nuestra  semejanza  al  mundo  animal  sería monumental, pues viviríamos para comer, dormir y sobrevivir en un mundo al cual no pedimos ingresar.

La realidad es que la resurrección lo transforma todo. Ella trajo esperanza, gozo, vida, victoria y sobre todo SALVACION. La resurrección nos trae la más interesante y productiva de las perspectivas. Todo es visto diferente a través de su clara realidad.

La realidad es que lo que despegó el judaísmo del cristianismo fue la resurrección de Jesucristo. Ni no hubiera sido por la venida del Mesías y su conquista de la muerte, lo que más cercano a Dios tendríamos fuera las exigencias de la ley de Moisés. La resurrección trajo algo mejor que los mandamientos escritos en tablas de piedra.

Por causa de triunfo de Jesús sobre la muerte, hoy los mandamientos de Dios pueden ser escritos en nuestros corazones.

La realidad es que si Cristo no resucitó el cristianismo se desploma hasta ser polvo,  y polvo que se llevaría el viento. La resurrección es lo que hace posible que la fe cristiana se levante como imponente torre ante los golpes burladores del enemigo. Ella ha mantenido en píe a un ejército de creyentes en todas la generaciones, desde que aquel Domingo por siempre recordado anunció que NUESTRO REDENTOR VIVE.

Fue por esa razón que padres prefirieron ver a sus hijos torturados y quemados antes que negar la realidad de la resurrección.

Esa ha sido la verdad que ha  mantenido a encarcelados y torturados con esperanza.   Allí  en  las celdas  y ergástulas solitarias, obscuras y terribles, ha brillado la luz de la resurrección. Jesús salió vencedor de “las ligaduras de la muerte”.

Nunca es más notable y conmovedor la verdad de la resurrección como cuando cristianos sepultan a sus seres queridos también seguidores de Jesús. ¡Qué esperanza! ¡Qué consolación!

Un día glorioso todos seremos reunidos para no ser separados jamás. Jesucristo es nuestro Consolador aún más allá de la muerte.

El apóstol Pablo dice que “si en esta vida solamente esperamos en Cristo somos los más dignos de conmiseración…”

Lo que quiso decir fue que no seguimos a Cristo únicamente para alcanzar beneficios en este mundo. Los beneficios de este mundo, por muy buenos que sean, son pasajeros. El efecto de ellos no es perdurable y hasta se olvidan. Sin embargo los beneficios de una eternidad con el RESUCITADO son por toda una vida. VIDA EN LA ETERNIDAD. VIDA QUE NO TERMINA.

No esperamos lástima del mundo cruel que no entiende el amor y el plan de Dios. No necesitamos lástima. SOMOS LOS GANADORES Y SOMOS LOS QUE POR LA ETERNIDAD NOS REIREMOS.

Nos da pena el malgasto de millones de almas que viven edificando algo que no es perdurable. Edifican lo que está destinado al fracaso como lo fue la torre de Babel.

La ciudad más deslumbradora y potente en la historia fue la gran Babilonia. Considerada una de las siete maravillas del mundo en la historia antigua. Sin embargo, después de tanto  despliegue indescriptible,  todo  terminó  en cenizas, para siempre olvidada. ¿Quién habla hoy de Babilonia? ¿Quién la alaba? ¿Qué relevancia tiene en nuestro ambiente internacional? Aquella ciudad pasó para siempre tal y como lo profetizó el profeta Jeremías.

Donde están los imperios y las glorias de los grandes en la historia. ¿Qué pasó con Nabucodonosor, y los imperios de Persia, Media, Grecia y Roma? De ellos solo quedan  pedazos de monumentos, paredes derribadas y mudas, cuadros y esculturas en museos. Eso es todo.

Miremos lo que Cristo edificó y estableció. El REINO INCONMOVIBLE DE CRISTO sigue en pie.  El Escritor del libro de los Hebreos, dijo que, ”HEMOS RECIBIDO UN REINO INCONMOVIBLE”. Y eso es porque es algo eterno. Nosotros estamos edificando sobre un fundamento eterno. Los vientos, las inundaciones y los terremotos no pueden tumbar la casa que es edificada en el Cristo que conquistó la muerte.

¿Sobre qué edifica usted, estimado? ¿En qué fundamento están sus hijos y su familia?

¿Está usted ignorando voluntariamente la realidad que Jesucristo vive hoy? ¿No será que no le conviene creerlo, porque si lo cree va a tener que asumir la responsabilidad de su rebeldía e indiferencia hacía El?

Pudiera ser que usted persista en decir: Yo no creo en esos cuentos. Y ¿qué si está equivocado? Si los equivocados somos nosotros no tenemos nada que perder. ¿Cuánto tendrá usted que perder? Yo le contestaré: PERDERA SU ALMA EN LA ETERNIDAD SIN DIOS Y SIN ESPERANZA.  ¡No valió la pena que naciera!

A los hijos de Dios no nos molesta que el mundo nos desprecie. Es un privilegio sufrir por la causa de un Cristo que es real. Murió y resucitó para estar con nosotros, ahora y siempre.

Realmente, porque aquellos de antaño no encontraron nada LO ENCONTRARON TODO. Amén

 

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