CUANDO LADRAR ES MEJOR QUE RUGIR

CUANDO LADRAR ES  MEJOR QUE
R U G I R

Son tantas las lecciones y ocurrencias bíblicas que nos retan y nos estimulan a considerar nuestra vida de un diferente ángulo al que hemos estado acostumbrados. No nos debe sorprender pues la Biblia es una fuente inagotable de sabiduría.

En nuestra sociedad, y creo que en todas las diferentes a la nuestra, el sentirse capaz y eficiente es visto como algo digno de codiciarse. Admitir los fallos y aceptar con gracia la impotencia en ciertos terrenos es algo que debe evitarse a toda costa.  “Impresión  a  toda  costa”, parece ser el lema con el cual se vive. Tal forma de pensar y actuar es tonta y vanidosa. En la mayoría de los casos dicha actitud lleva a la víctima a un estado agotador hasta el punto de desmayar. Los seguidores de Jesucristo podemos ser librados de esa mentalidad si somos renovados en nuestra mente. La renovación mental es enseñada en las Sagradas Escrituras. “Transformaos por la renovación de vuestro entendimiento” (Rom 12:2). Si no renovamos nuestro entendimiento, o sea, la forma en que percibimos las cosas, viviremos en un mundo de nuestra propia creación. Tristemente son muchos los que se sienten seguros y protegidos en su propio mundo, porque ese mundo es de ellos. Pero en el verdadero mundo dichas personas no pueden funcionar debidamente. Y para la sorpresa de algunos, hay cristianos que no han aprendido esa lección.

EL PERRO Y EL LEON

Este proverbio nos puede ayudar a entender lecciones valiosas. Lecciones que al aprenderlas y al incorporarlas en nuestro vivir, eliminaran una gran porción de ansiedad, temor y sentimientos victimarios.

EL PERRO era considerado un animal despreciable y antisocial. Eso era lo que los judíos creían de nosotros los gentiles. No existía honra ni renombre para un perro, no importa a la raza que perteneciera. En varios pasajes bíblicos vemos como ese calificativo era aplicado a personas consideradas despreciables. Después del cerdo el perro tenía un segundo puesto asegurado.

Sin embargo en la sabiduría de Dios, un perro vivo es mejor que un león muerto. Es mejor el ladrar vivo que el rugir de la muerte.

EL LEON era visto como un animal noble de honrosas características. Jesucristo es llamado el LEON DE LA TRIBU DE JUDA. Por su ferocidad el diablo es comparado a un león que ruge.

Definitivamente que no hay comparación entre un león y un perro. La mayoría de los animales tiemblan ante el rugido de un león. Mucho más los seres humanos. El león inspira temor, respeto y hasta admiración. Se le llama el rey de la selva, posiblemente por su llamativa melena. Sin embargo, es mejor un perro vivo que un león muerto.

LAS BENDICIONES DEL PERRO VIVO

En San Mateo 15:22, Jesús llamó perro a una mujer que buscaba auxilio para su hija enferma.

Hay algo que no debiéramos pasar por alto, y es que el perro vivo tiene esperanza, pero no el león muerto. EL PERRO TIENE ESPERANZA PORQUE ESTA VIVO. El león sin vida puede tener su melena y sus fuerte garras, PERO ESTA MUERTO. Mejor es el ladrido que el rugido.

La mujer cananea atrajo a Jesús con la insistencia de su adoración y su ruego. Cuando un perro quiere algo, él ladra y no se da por vencido. A veces, en la noche, oigo algún perro en la distancia. Está ladrando porque quiere algo con mucha pasión. Nosotros tenemos que hacer lo mismo.  El  león muerto nada puede hacer, pero el perro vivo tiene mucha esperanza. La esperanza que alguna migaja caiga de la mesa del amo.

Tamar, Rahab, Rut, todas ellas fueron como perros, por ser gentiles. No obstante, encontraron un lugar en la genealogía de Jesucristo. Fueron matriarcas de la fe.

La mujer  cananea no tuvo problemas con su orgullo. Ella admitió ser como un perro. Todo con tal de recibir de la mano del Señor lo que ella tanto anhelaba.

¡Cuánto pudiéramos recibir si dejáramos a un lado el valor de nuestra reputación. La reputación es lo que los hombres dan. Carácter es lo que Dios nos da.   Son demasiados los que se desviven por su reputación. Parece ser que Cristo abandonó su reputación (Filipenses 2:7).  Fue como sin reputación. Por eso nos salvó, porque si se hubiera aferrado a ella, no habría redención hoy para nosotros.

Con reputación y $1 yo me tomo una Coca-Cola.

No seamos niños en nuestra forma de pensar. El orgullo es vanidad. Lo que el mundo piense no debe alterar la misión de nuestra vida. Mi vida no puede ser menos que lo que pudiera ser por miedo a “lo que dirán”.  Vivir de esa manera incorrecta es sacrificar el gran regalo de la vida. “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia”, dijo el Señor. Esa vida no es una vida abstracta, totalmente espiritual, sino que es una vida real, tangible y sin simbolismo.

Si vivimos esa vida como “perros vivos” en vez de querer hacer el papel del león, viviremos vidas secas, maltrechas, parasitarias e infecundas, tratando de sobrevivir, masticando de las sobras lastimeras de los demás.

Estimado, no haga cosas para que lo amen. El amor verdadero es un regalo de Dios. El amor que usted consiga por medio de sus esfuerzos no es un amor verdadero. Es por eso que ese amor no satisface.

Sea un “perro vivo”. El perro vivo tarde o temprano es alimentado. Nadie alimenta al león. El tiene que conseguirlo con sus fuerzas.

¡Bendito sea Dios! En los momentos más bajos, cuando no tengo fuerzas para cazar, El me alimenta de su mesa  si me mantengo cerca de ella. Estoy dispuesto a comer migajas en el piso. No tengo complejos de “león”. SOY UN PERRO, PERO UN PERRO VIVO. No tengo tiempo para la arrogancia, las apariencias  y “el que dirán”.

Cuando somos “perros” no tenemos que perder. Si tengo que ladrar, ladraré. Si tengo que sacar la lengua repetidamente, lo haré. Si tengo que saltar y dar vuelta en el polvo, lo haré. El perro vivo tiene esperanza.

“Los rugidos del león, y los bramidos del rugiente, y los dientes de los leoncillos son quebrantados.

El león viejo perece por falta de presa, y los hijos de la leona se

dispersan”. –Job 4:10-11

Que el Señor nos de sabiduría. A cuántos yo he visto sufrir desmedidamente por querer actuar como leones. Para ellos ha sido muy importante ser apreciados por los demás. Para sus mentes ser visto como leones es más importante que la vida misma. El plan de Dios sigue siendo que él “enaltece al que se humilla”. Los leones no son alimentados.   Cuando se ponen viejos, ya no  tiene  fuerzas  para  cazar.  Sus  dientes  no   pueden rasgar como antes y pueden perecer por falta de alimento. Oh, pero el perro viejo es atendido por su amo. El amo lo alimenta. El no tiene que salir a cazar. El alimento le es dado a tiempo.

El león muerto ¿para qué sirve? ¿Qué puede hacer? ¿A quién impresiona con su rugido?  Mejor es el ladrido del perro vivo que el león muerto.

El perro vivo califica en el ejército de Dios. Cuando en los tiempos de los jueces de Israel, al Señor le plació levantar a un paladín llamado Gedeón, varias cosas muy interesantes ocurrieron. Gedeón llegó a levantar un gran ejército, pero Jehová no quiso que Israel se gloriara a sí mismo, y le entregó a Gedeón una estrategia. Cuando Dios disminuyó el ejército, eliminando a varios miles, nuevamente le dijo a Gedeón que todavía eran muchos, y dijo que los llevara a las aguas para probarlos. Allí en las aguas, le dijo a Gedeón que observara a quienes lamieran las aguas como un perro y los pusiera aparte. Trescientos de aquellos miles de hombres lo hicieron así. Y fue de esa manera, que con aquellos 300 hombres, Gedeón ganó la victoria sobre los numerosos madianitas.

Aquellos 300 hombres vigilaron mientras lamían el agua como perros. En estado de vigilancia. Estaban enfocados en la batalla, y no podían descuidarse de la posibilidad que había enemigos cerca. ¡LOS PERROS GANARON LA BATALLA!

Nosotros, en casa, hemos tenido dos perros como mascotas. El primero vivió aproximadamente 12 años.  Y el que tenemos ahora tiene unos 10 años. He observado que no importa cuanta confianza  Toby  tenga con nosotros, siempre huele la comida antes de comerla. Eso es “supervivencia”. Eso es estar alerta siempre por causa de un peligro para su vida”. Cuando come está alerta de sus alrededores. No pierde su enfoque.

¡Qué lección para los perros vivos! Si un perro es así, ¿cuál es nuestro problema?

Cuando queramos ver el temple del ser humano, fijémonos en como toman y atienden a su necesidad cuando pasan por una crisis. En la crisis es cuando se sabe. Testificar en medio de bendiciones y pruebas comunes no es la señal. La señal es cuando todo parece volcarse a nuestro alrededor y tenemos SED. ¿Nos tiramos al agua sin vigilar?  ¿Es mayor la necesidad que nuestra misión? La necesidad de aparentar ser leones ¿es más importante que mostrarnos como humanos? ¡Cuántas relaciones no se hacen fructuosas por causa del complejo leonino? Tenemos que aprender a tomar correctamente. Hoy la iglesia vive una etapa en que no podemos pensar tanto en la satisfacción y la sofisticación como en la humillación.

He visto a cristianos apartarse porque se han sentido que se les demanda actuar como leones. No siempre esto es posible. MEJOR ES SER PERRO VIVO QUE LEON MUERTO.

El león nos habla del engaño de la arrogancia y las fuerzas. También nos exhorta de la realidad del “fin”. Aún para los poderosos leones hay un fin. Sin embargo, el perro vivo sigue ladrando e insistiendo. El perro vivo nos dice: “Yo estoy todavía aquí”. ¿”No oyes mi ladrido”?

¡Que basta es la sabiduría celestial! Esa declaración en Eclesiastés no fue revelada para un aliciente poético. En ella hay una gran verdad, así como la comida que está encerrada en la corteza de una nuez. “Descendí al valle de los nogales (las nueces)… (Cantares 6:11). En ese lugar donde nos sentimos “abajo” hay nueces que Dios quiere partamos, y seamos alimentados con su fruto.

Reconocer nuestra condición nunca debe ser humillante para los hijos de Dios. No podemos tener complejos de “ser como Dios”. Sólo hay un Dios. Y aunque somos exhortados a imitarlo, no debemos confundir esa terminología. Querer ignorarlo será desastroso en el transitar  de nuestra caminata con Dios.

Yo tuve que ser disciplinado por Dios en estas áreas. Fue amargo tomar de esa copa, PERO QUE BENDICION Y LIBERACION después de admitirlo y comenzar a actuar en ese nivel. No podemos “realmente” y “saludablemente” ayudar en forma debida desde un pedestal de león, tenemos que hacerlo desde la posición de un perro vivo.

Es Dios quien nos revela esa sobria realidad. El quiere que veamos la otra cara de la moneda. Es una exhortación a la humildad y al reconocimiento de quienes verdaderamente somos. Es una exhortación a las raíces del verdadero cristianismo. Es un llamado a reconocer sin vergüenza nuestros límites, y no tratar de aparentar ser leones cuando realmente no lo somos. ¡Podemos ser perros vivos!

Una de las ventajas de Juan el  que bautizaba, era que sabía  QUIEN ERA Y QUIEN NO ERA. El dijo: Yo no soy el Mesías, yo soy la voz de quien clama en el desierto.

Hay una referencia a que los perros estarán fuera. Esa cita  tiene que ver con aquellos  que son perros muertos.

Están muertos porque su comportamiento está impregnado por el olor de la muerte.

Pero el perro vivo al que se refiere el predicador, es el perro lleno de esperanza y diligencia. El perro que no se da por vencido, que aunque reconoce su pobre condición, no pierde la visión de esas migajas que lo fortalecerán y le darán los bríos necesarios para seguir ladrando para la gloria de Dios.  Amén.

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