DESTELLOS DE LA HISTORIA
BILLY BRAY
Es lamentable que muy poco se conozca en nuestro tiempo acerca de este hombre de Dios. Hubo un tiempo en que toda Europa sabía acerca de Billy Bray. Su vida es un verdadero destello en la oscuridad de nuestro mundo. Leer su biografía es como beber un vaso de agua fría en un ardiente e implacable desierto.
Billy tuvo padres cristianos, pero su corazón se mantuvo indiferente al llamado del Espíritu. Cuando sus padres murieron fue a vivir con su tío. En esos años Billy se rindió a la bebida. Antes de su conversión era conocido como un minero borracho, quien vivía una vida depravada, totalmente olvidado del Dios de sus padres.
Un día después de leer el libro de Juan Bunyan titulado: Visiones del cielo y el infierno”, la convicción del Espíritu por sus muchos pecados lo llevó a sus rodillas en arrepentimiento. Su conversión fue total. Cuando le preguntaban acerca de su entrega a Cristo, el acostumbraba a decir: “El Señor fue bueno conmigo, aun cuando serví al diablo, porque yo merecía estar ahora mismo en el infierno.”
Un tiempo después de su conversión Billy oyó el mensaje de la santificación. Su entrega fue total al Espíritu Santo. Su experiencia de la santificación fue incuestionable. Su gozo era tan grande que no podía ocultarlo. Aún cuando iba a la tienda lo hacía con un regocijo tal que en ocasiones saltaba de gozo.
A medida que los años pasaban, en vez de debilitarse en su gozo, éste crecía más y más. No dejaba de testificar y decirle a otros del amor redentor de Jesucristo y lo que El había hecho en su vida. En ocasiones le decía a quienes lo oían testificar: “Yo he estado tomando vinagre y miel, pero ahora tomo el vinagre por cucharadas y la miel por cucharones”.
Billy fue conocido no por sus oratorias y predicaciones, sino por sus obras de fe y amor. Su gozo era contagioso y como medicina para los enfermos. Vivió una vida de total consagración a Dios. Biily creyó realmente lo que Jesús dijo: “El que creyere en Mí, como dicen las Escrituras, de su interior correrán ríos de agua viva”.
Una vez, en respuesta a algunos que hacían comentarios acerca de su gozo, dijo: “Si me meten en un barril y lo tiran, mientras que esté rodando oirán por el hueco cuando diga: ¡Gloria a Dios!.”
Cuando Billy veía que cristianos no decían amén, el dudaba de que lo fueran. En eso era muy radical.
Era un arduo trabajador que a veces trabajaba 20 horas al día en las minas. Pero esto no disminuyó su gozo.
Tenía una creencia muy fuerte acerca de la realidad del diablo. El no quiso nunca darle una oportunidad. Después de muchos años, cuando fue atacado por Satanás, Billy le dijo: “Que necio eres, me has atacado por 28 años y siempre te he vencido, y te volveré a vencer”.
Su vida fue el instrumento que Dios usó para salvar a miles de pecadores.
Cuando llegó su momento para partir, su palabra última fue: ¡Gloria! Fue a su descanso eterno en el año 1868.