Sirviendo

Sirviendo de Manera Excepcional

“…vino una mujer con una vaso de alabastro

de perfume de nardo puro de mucho precio,

y quebrando el vaso de alabastro, se lo derramó

sobre su cabeza”

“Y envió dos de sus discípulos, y les dijo:

Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre

que lleva un cántaro de agua, seguidle”.

(Versículos escogidos de San Marcos 14:3-16)

Los dos incidentes nos revelan la rareza de servir a Dios de una manera excelente. La mayoría puede servir, pero servir con excelencia, ah!…… no es fácil encontrar a quienes lo hacen. Ya que vivimos en una sociedad que se ha acostumbrado a la chapucería y lo ordinario, no nos debe sorprender que parte de este patrón mental afecte  la vida espiritual de los que siguen a Jesucristo. ¿Cómo es el servicio excepcional?

Ya que no poseemos del espacio necesario, examinemos algunos aspectos reveladores de los acontecimientos citados.

EL SERVICIO DE LA MUJER

Su nombre no es mencionado. Una mujer cualquiera. Cualquiera que desee puede brindar un servicio excepcional. No tiene que ser una mujer de la alta sociedad o de una inteligencia privilegiada. Cualquier mujer. No tiene que descender de una familia de renombre. Cualquier mujer. Ella es excepcional simplemente por romper con las reglas de un protocolo por una sociedad mayormente controlada por los hombres.

¿Cómo fue el servicio de esta mujer?

Fue un servicio costoso. El nardo era costoso. Algunos lo mesclaban con otras sustancias, pero esto nardo era puro. Era un perfume finísimo. Poco podían gozar de esta fragancia exótica. Su envase era también muy costoso, pues el nardo estaba dentro de una caja de alabastro. El alabastro tenía la delicadeza de la cáscara de un huevo. No tenía una tapa, para poder disfrutar este perfume era necesario quebrar el  vaso de alabastro. Ella, quien había tenido una revelación personal de quien era el Señor, no reparó en ofrecerle lo más costoso que ella poseía.

Ella me recuerda las palabras de David, cuando se dispuso ofrecerle una ofrenda de adoración a Dios en la era de Ornán, y  éste  le quiso proveer a David con todo lo necesario para su acto de adoración. Y las palabras de David a Ornán fueron: “No ofreceré holocausto a Jehová que nada me cueste” (1  Crónicas 21:22-24).

A David le costó, y a esta mujer también. Su servicio fue costoso. ¡Cuántos quieren servir a Dios sin que les cueste! No es lo mismo preparar una comida, que prepararla bien, con lo mejor de nuestras posibilidades y cuidados.

Fue un servicio atacado. A los presentes no les agradó aquel servicio costoso, y atacaron las intenciones y la demonstración excepcional de la mujer. “y murmuraban contra ella (ver. 5b). La obra de la mujer de Betania debió haber compungido los corazones de los que fueron testigos de este servicio, incluyendo los discípulos. Judas, mostrando una piedad hipócrita por los pobres se quejó. Este Iscariote, no veía lo que la mujer veía.  ¿Cómo es posible estar delante del mismo cuadro, y no verlo de la misma manera? Ella vio al Salvador, él veía únicamente una esperanza carnal, la esperanza de un restablecimiento del reino de Israel.

La atacaron por algo que ellos debieron hacer. Ellos conocían al Señor más de cerca. Estuvieron con él en sus tantos milagros, señales y sanidades. Esta mujer no había gozado de ese privilegio. Pero desde lejos observó lo que otros que estaban cerca no alcanzaron a ver. Lo amó de lejos, y le ofreció el sentir de su corazón en acto de total adoración.

Fue un servicio alabado. El Señor la alabó por su santo atrevimiento.

“Dejadla: ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho” (ver. 6),

¿Puede el Señor decir eso de nosotros? Seamos honestos con nosotros mismos? ¿Hemos ido más allá del protocolo religioso? No me refiero a hacer cosas locas e irracionales, me refiero a no aguantar nada que está dentro de nuestras posibilidades. ¡Oh, el ser alabados por el Rey del universo! Eso sobrepasa todas las adulaciones de los hombres, sus aplausos y reconocimientos. Es por eso que no tenemos que esforzarnos para mostrar “una buena cara” ante los que nos rodean. La alabanza de nuestro Dios excede las riquezas de este mundo. Esa alabanza resonará por la eternidad, cuando ya el eco carnal y pasajero del mundo no se pueda oír.

Fue un servicio racional. “Ella hiso lo que podía” (ver. 8). Dios no espera lo irracional de nuestro servicio. En el mundo religioso se esfuerzan por los excesos. Nuestro culto a Dios debe ser racional (Romanos 12:1). Nuestro Dios y Señor espera lo que está a nuestro alcance, tanto material, como espiritual. No podemos dar lo que no podemos.

La racionalidad tiene que ver lo que es correcto, coherencia, cordura y sensatez. Pablo les recordó a los corintios que cuando los incrédulos los observarán no llegarán a pensar que ellos estaban locos (1 Corintios 14:23). El desorden en hablar en lenguas desconocidas y no hacer un servicio de edificación, presentaba un cuadro irracional. En el mundo carismático van más allá de la irracionalidad. Pensando que mientras más bulla hacen más espirituales son, y que así,  “forzarán” la Presencia de Dios a descender sobre ellos. Aunque esto infla los sentidos no es lo que Dios espera. Cuando los hombres religiosos tratan de hacer lo que no pueden,  no serán  alabados  por el Maestro.

Fue un servicio diligente.

“Se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura”  (ver. 8b).

Ella no esperó a que otros hicieran algo similar. Ella ofreció un servicio que fue profético. Por ser diligente su servicio a Jesús será predicado a todas las generaciones donde se declare el evangelio. Diligencia significa, prontitud, rapidez, expedito, actividad viva. Si lo vas hacer, hazlo hoy.

Si vas a cantar, canta hoy. Si piensas servir de ayuda a alguien, hazlo hoy.  Si estas pensando orar, ora ahora mismo. No sigas leyendo este artículo, doblar tus rodillas y clama a tu Dios. Necesitamos ser diligentes. Una y otra vez somos exhortados a ser diligentes. Obras no se llevan a cabo por ser negligentes y dilatadores.

No en balde, el servicio de esta mujer de Betania, fue un servicio excepcional.

EL SERVICIO DEL HOMBRE

FUE UN SERVICIO DESAFIANTE.  (Ver. 13).

Los hombres no sacaban agua de los pozos. Ellos no cargaban cántaros sobre sus hombros. Eso fue lo significativo de este hombre desconocido.

También desafió el protocolo. Este era el protocolo cultural.  Se atrevió a ser diferente. No se conformó a la sociedad que lo rodeaba. No le importó las burlas y las críticas. En sus ojos se lo podía ver el desafío a las costumbres culturales. No podemos vivir agrandando a los gustos o costumbres culturales si queremos ofrecer un servicio excepcional al Señor de los cielos y la tierra.

FUE UN SERVICIO IMITABLE.  Jesús le dijo a sus dos discípulos: ¡Seguidle!

(ver. 13b).

Nuestro servicio de ser digno de ser imitado. Pablo exhortó a que lo imitáramos. Pienso que sería edificante, presentar a alguien que profesa que ama a Dios, y decirle a los demás: “Aquí tienen un ejemplo de lo que ustedes no deben ser”.

FUE UN SERVICIO RESPONSABLE. El había preparado un aposento alto, ya dispuesto para aquella última reunión que el Señor tendría con sus discípulos. Fue responsable en hacer las cosas correctamente. No tarde, sino a tiempo. No a medias, sino completamente dispuesto (ver. 16).

“Maldito el que haga el que hiciere indolentemente la obra de Jehová” (Jeremías 48:10ª).

FUE UN SERVICIO ANONIMO. ¿Quién fue este hombre? No sabemos ni su nombre ni su origen. ¿De dónde era?

Lo que hacemos debe ser para Dios. No es importante nuestro nombre. Lo importante es hacer lo que El ha diseñado para nosotros hacer. Ni más ni menos.

Ejemplos conclusivos de un servicio excepcional. Tanto del género femenino como del masculino. Todos pueden ofrecer ese tipo de servicio. Amen.

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