Mi nombre es Rodes Barrocas Caraballo, y vine a la Iglesia de Dios cuando tenía 7 años. ¡Como niños, tenemos tiempos altos y bajos. Pero a la edad de 12, hice un pacto con el Señor que se ha extendido 35 años! Empecé a enseñar en la escuela Dominical a la edad de 17, y después de 29 años de maestría, se mantiene una de mis grandes pasiones. Mientras crecía, iba a la escuela Dominical. Se el impacto que era para mi vida aprender los versículos de memoria y las historias bíblicas cada semana. Las enseñanzas de las maestras trajeron el evangelio a mi nivel para entender el amor de Dios, Su sacrificio, y Su plan de salvación. Me enseñaron a vivir para Dios en una manera práctica como adolescente, como una joven, y después como adulta. Yo amo ser maestra Dominical porque quiero traer las mismas verdades a otros niños. Para que ellos crezcan sabiendo que Dios los ama y los guarda; El tiene un lugar muy especial en Su corazón para los pequeños. Oro para tener este privilegio por muchos años en el futuro. Actualmente, enseño a la clase de niños de 8 a11 años. Estamos estudiando como tener buenos modales y como eso agrada a Dios y nos ayuda representarlo en una manera correcta en el hogar, en la escuela y en cualquier ocasión.
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Me crié en la Iglesia y fui salva en una edad temprana. Sin embargo, no era hasta que fui una joven adulta que entendí el verdadero significado de, no solamente la salvación, pero lo que era de verdad tener una relación, intima y profunda con el Señor. Eso ha revolucionado mi vida, y es el enfoque de todo lo que hago. Mi deseo es servir al Señor en cualquier capacidad que El me quiera usar.
Desde mi juventud, e enseñado niños de muchas edades, de 3 años hasta los jóvenes. A través de los años e podido aplicar partes de gran ejemplos en mi vida. En medio de ellos es mi abuela, quien era unas de las más excelente maestras que he conocido. Dios le dio una unción especial para ensañar a los niños. También, mis padres han proveído el fundamento y los pasos esenciales para hacerme la maestra y la mujer que so hoy.
Hay algo satisfactorio al enseñar las mentes juveniles con las grandezas de nuestro Dios. Poder bajarme a sus niveles sin inhibición e interactuarme con ellos es invalorable. Ellos no solo aprenden de mí, sino que yo también aprendo de sus preguntas interesantes y sus interminables comentarios imaginativos. Los niños me retan a ser mejor para el beneficio de ellos. Es gratificante ver a muchos de estos niños crecer y convertirse en jóvenes Cristianos. Llevo muy en serio el trabajo que Dios ha puesto en mis manos de sembrar la semilla en sus mentes y corazones, no importa que rumbo sus vidas los lleven.
Enseño a los niños de 8 a11 años de edad. El semestre pasado estudiamos el tema de buenos modales.